sábado, 4 de febrero de 2017

Maltrato animal

En el siglo IV a.C., Aristóteles decía que lo que lleva a los seres humanos a filosofar es la admiración, la sorpresa o el estupor ante las cosas. Pues si algo hay que provoca en mí esa ansia de querer saber por qué las cosas son del modo que son y no de otro, es el maltrato animal, algo muy presente en nuestros días.

Este término comprende todas aquellas acciones que los seres humanos realizamos y a través de las cuales dañamos física o psicológicamente a los animales. Existen dos tipos: el directo, que consiste en torturar, mutilar, asesinar o no proporcionarle los cuidados básicos al ser vivo en cuestión, tales como la comida, un lugar donde poder vivir o la atención veterinaria adecuada en caso de animales domésticos; y el indirecto, en el cual alguien es testigo de las crueldades cometidas y no hace nada para impedirlas. Desgraciadamente, tanto uno como otro tienen una dimensión mundial, siendo llevados a cabo con fines lúdicos, bélicos y científicos.

Quizás la manera de maltrato más conocida es el abandono de animales domésticos, especialmente perros, por parte de esas personas que piensan que son juguetes, siendo seres vivos que aportaron al ser humano innumerables beneficios físicos y psicológicos y a los que, en lugar de agradecérselo este le responde tratándolos como objetos que se pueden adquirir y desechar a placer. Dentro del abandono de animales domésticos, uno de los casos más recientes a nivel gallego fue lo que tuvo lugar el martes, 19 de abril de 2016. Así, según una noticia publicada dicho día en la Voz de Galicia “Una granja de vacas de Chantada fue inmovilizada por la Guardia Civil después de que agentes de este cuerpo encontraran en su interior esqueletos y cadáveres en descomposición de cerca de cuarenta vacas muertas. Otros veinte ejemplares, adultos y crías, sobrevivían mal alimentados y en un estado físico que los agentes del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) que entraron en la granja califican de lamentable. El juzgado de Chantada investiga el caso. El dueño de esta explotación ganadera es sospechoso de un delito de maltrato a animales.”

Las corridas de toros siguen siendo consideradas como un arte por numerosas personas, mas ¿qué es lo que hay detrás de ellas? Antes de salir a la plaza el animal es maltratado (se le recortan los cuernos, se le pega y se encierra en un lugar pequeño y a oscuras), de esta manera, aunque al llegar a la plaza parece que quiere atacar al torero, lo único que le sucede es que está cegado por la luz y desorientado por los gritos de las personas a las que les hace ilusión presenciar este acto, mas esto no finaliza aquí, ya que durante la corrida se le lanzan banderillas al animal que provocan que vaya perdiendo fuerzas y desangrándose poco a poco. ¿Es realmente esta una actividad de ocio?

En nuestros días es habitual que los circos vayan las ciudades y realicen numerosos espectáculos. Los animales más frecuentes en ellos son leones, tigres, jirafas y elefantes, todos ellos nacidos en cautiverio, separados de sus madres y entrenados con barras de metal con puntas de ganchillo, descargas eléctricas y otras armas, además de ser privados de alimento. Entonces, ¿merece la pena pagar la entrada a los circos y de esta manera contribuir al maltrato de los animales con los que estos cuentan?

Entonces, tras saber esto, creo que es necesario cuestionarnos por qué es así y no hacemos nada para cambiarlo, para ser mejores y crecer como personas; plantearnos si realmente estamos tan avanzados como decimos y creemos, porque, tal y como Mahatma Gandhi en su día dijo, una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la forma en que sus animales son tratados.

No obstante, también podemos pensar: ¿y por qué al tratarlos mejor crecemos como personas? ¿Qué es eso de ser mejores? Desde mi punto de vista, esta última cuestión es difícil de responder, pero creo que por el simple hecho de tratarse de seres vivos con sentimientos, que sufren y que influyen directamente sobre nosotros, es nuestro deber respetarlos.

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