miércoles, 2 de mayo de 2018

Socialmente: ¿Evolución o retroceso?


Como resultado de las necesidades de adaptación y de la evolución de los homínidos surgió hace unos 100.000 años el Homo sapiens, antepasado directo del hombre actual. Desde entonces se ha hecho más que evidente la evolución del ser humano, un proceso que no sólo se contempla desde el punto de vista biológico o cultural, sino también en cuanto al ser social.
Casi todas las sociedades tienden a mantener el equilibrio, el orden social. Para ello desarrollan un sistema de relaciones mediante el cual distintos grupos e individuos colaboran para mantener la cohesión, satisfacer las necesidades y solucionar los conflictos sociales de acuerdo con determinados cauces y normas sociales.
A pesar de todo ello, el cambio social es inevitable. Todas las sociedades se encuentran inmersas en un proceso de transformación que puede ser más o menos acelerado. Un ejemplo es cuando se presenta una variación significativa en el volumen o en la composición de una población; dicha modificación repercute en la estructura social, originando diversos cambios.

Podemos afirmar que el Neolítico es el mayor cambio en la historia de la Humanidad. Desde el siglo XX, prehistoriadores, arqueólogos o antropólogos han puesto el acento en comprender los mecanismos que llevaron a nuestros antepasados, de vivir de la naturaleza a intentar domesticarla, algo por cierto que parece que no hemos conseguido.

Que tantos expertos hayan estudiado nuestro pasado puede hacernos pensar un poco. Y es que: ¿Hemos evolucionado? No me refiero a biológicamente, donde claramente salta a la vista de que si lo hemos hecho. Me refiero a un punto de vista más social, A si la sociedad, en todo su conjunto ha evolucionado o ha sufrido un retroceso fruto de la evolución en otros ámbitos.

En clase, la profesora mencionó unos estudios sobre la sociedad del Neolítico. El cambio de esa época, como ya se ha resaltado, es uno de los más grandes la Historia, comparado con la Revolución Industrial y la propia del siglo XXI.

El sedentarismo cambió nuestra forma de vida, pero ¿para bien o para mal? Es cierto que facilitó muchísimo las cosas en aquel tiempo, añadiendo la ganadería y la agricultura, como una fuente fiable de recursos. Pero se ha comprobado que, lejos de relajar a aquellas mujeres y aquellos hombres, se estresaban más.
Y no hablemos de cuando comenzaron a aparecer las primeras ciudades. En un grupo de 30 personas tod@s se conocían pero ¿en una ciudad? Poco a poco, se fue montando la jerarquización de la sociedad, nació el patriarcado, se hizo la separación por riqueza… ¿Solo oigo lo malo? Quizás. Pero este es el punto.

La cuestión es que, estamos en pleno siglo XXI, y no somos una sociedad unida como las de nuestros antepasados, los primeros homínidos. A diferencia de ell@s que se ayudaban mutuamente sin esperar nada a cambio, nuestra sociedad hace lo contrario. Se suele ayudar por conveniencia, por obtener algo a cambio, no por amabilidad. ¿Cómo podemos estar perdiendo algo que nos hace tan humanos como es la empatía? Estoy, claramente, generalizando, pero ojalá no tuviera que hacerlo y esto quedara en una simple moraleja de algo superado y mejorado.

Os lanzo una pregunta: ¿Hemos evolucionado como sociedad o estamos retrocediendo?

                                                                                                 Irene Noya González 1ºB


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