Como resultado de las
necesidades de adaptación y de la evolución de los homínidos surgió hace unos
100.000 años el Homo sapiens, antepasado
directo del hombre actual. Desde entonces se ha hecho más que evidente la
evolución del ser humano, un proceso que no sólo se contempla desde el punto de
vista biológico o cultural, sino también en cuanto al ser social.
Casi todas las sociedades
tienden a mantener el equilibrio, el orden social. Para ello desarrollan un
sistema de relaciones mediante el cual distintos grupos e individuos colaboran
para mantener la cohesión, satisfacer las necesidades y solucionar los
conflictos sociales de acuerdo con determinados cauces y normas sociales.
A pesar de todo ello, el cambio social es inevitable. Todas
las sociedades se encuentran inmersas en un proceso de transformación que puede
ser más o menos acelerado. Un ejemplo es cuando se presenta una variación
significativa en el volumen o en la composición de una población; dicha
modificación repercute en la estructura social, originando diversos cambios.
Podemos afirmar que el
Neolítico es el mayor cambio en la historia de la Humanidad. Desde el siglo XX,
prehistoriadores, arqueólogos o antropólogos han puesto el acento en comprender
los mecanismos que llevaron a nuestros antepasados, de vivir de la
naturaleza a intentar domesticarla, algo por cierto que parece que no hemos
conseguido.
Que tantos expertos hayan
estudiado nuestro pasado puede hacernos pensar un poco. Y es que: ¿Hemos
evolucionado? No me refiero a biológicamente, donde claramente salta a la vista
de que si lo hemos hecho. Me refiero a un punto de vista más social, A si la
sociedad, en todo su conjunto ha evolucionado o ha sufrido un retroceso fruto
de la evolución en otros ámbitos.
En clase, la profesora mencionó
unos estudios sobre la sociedad del Neolítico. El cambio de esa época, como ya se
ha resaltado, es uno de los más grandes la Historia , comparado con la Revolución Industrial
y la propia del siglo XXI.
El sedentarismo cambió nuestra
forma de vida, pero ¿para bien o para mal? Es cierto que facilitó muchísimo las
cosas en aquel tiempo, añadiendo la ganadería y la agricultura, como una fuente
fiable de recursos. Pero se ha comprobado que, lejos de relajar a aquellas
mujeres y aquellos hombres, se estresaban más.
Y no hablemos de cuando
comenzaron a aparecer las primeras ciudades. En un grupo de 30 personas tod@s
se conocían pero ¿en una ciudad? Poco a poco, se fue montando la jerarquización
de la sociedad, nació el patriarcado, se hizo la separación por riqueza… ¿Solo
oigo lo malo? Quizás. Pero este es el punto.
La cuestión es que, estamos en
pleno siglo XXI, y no somos una sociedad unida como las de nuestros
antepasados, los primeros homínidos. A diferencia de ell@s que se ayudaban
mutuamente sin esperar nada a cambio, nuestra sociedad hace lo contrario. Se
suele ayudar por conveniencia, por obtener algo a cambio, no por amabilidad. ¿Cómo
podemos estar perdiendo algo que nos hace tan humanos como es la empatía?
Estoy, claramente, generalizando, pero ojalá no tuviera que hacerlo y esto
quedara en una simple moraleja de algo superado y mejorado.
Os lanzo una pregunta: ¿Hemos
evolucionado como sociedad o estamos retrocediendo?
Irene Noya González 1ºB
Irene Noya González 1ºB
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