domingo, 7 de octubre de 2012

¿Hacer una afirmación de conocimiento conlleva alguna obligación o responsabilidad particular para el actor del conocimiento?



 Hay varias maneras de enfocar esta pregunta. 
  Cuando realizamos una afirmación nunca podemos tener la completa seguridad de que sea totalmente verdadera. Por eso antes de hablar, debemos pensar, analizar y asegurarnos lo máximo posible de que lo que estamos transmitiendo es verdadero.
  Desde este punto de vista ya tenemos una responsabilidad, porque hemos  hecho una afirmación y nos arriesgamos a que no sea verdadera, o no sea totalmente correcta.
  Los humanos somos el único ser vivo con la capacidad de transmitir información no cierta  intencionadamente. Mentimos. Cuando mentimos lo hacemos conscientemente de que lo que estamos diciendo no es cierto, y nos convierte en  responsables de las consecuencias que esto conlleve.
  Éticamente mentir no está bien, por lo que tenemos la obligación de ser lo más sinceros posible en cuanto a nuestros conocimientos.

  Pero hay una gran diferencia entre en error y la mentira. Cuando hacemos una afirmación no cierta, o no cierta del todo, puede ser debido a un conocimiento que creíamos tener y no tenemos, o debido a no haber pensado y comprovado nuestra afirmación. La obligación en este caso es de intentar arreglar el error, y desmentir la anterior afirmación. Mientras que con la mentira se posee el conocimiento acertado, pero decidimos no compartirlo, y en su lugar, compartir uno erróneo.
  Otra manera de enfocar esto es ponerse en el lugar de alguien que conoce algo nuevo, como un científico, alguien que descubre. Esta persona podría dar a conocer lo descubierto, y no hacerse responsable de para que sea usado. Desde mi punto de vista, esto no es ético, si tienes un conocimiento, has de hacerte responsable, por lo que se debe intervenir en para que sea usado.
   Con un conocimiento también debemos de tener cuidado de a quién se le da a conocer, puesto que no todas las personas hacen un mismo uso de el. Por ejemplo, un secreto, se lo contamos a alguien en quien confiamos, que sabemos que no lo compartirá con nadie más.
  En el caso de la película, un hombre tenía información de la cual el resto carecían, y al compartirla, cambió el punto de vista del resto, y el veredicto. En ese caso el hombre tenía la obligación de decir que existían muchas navajas iguales, que la del asesinato no era una pieza única. Si este hombre se hubiera callado, probablemente el veredicto sería otro.
 En conclusión, un conocimiento siempre conlleva una responsabilidad u obligación. En cada caso es distinta, y el hecho de compartirlo o no tiene distintas formas de afectarnos. Así como con quién lo compartimos.


                                                                                            Carolina Araujo


  

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