Charla en el Ies. Rosalía de Castro de Xurxo Mariño Alfonso, profesor
del departamento de Medicina de la Universidad de A Coruña, científico investigador, especializado
en Neurofisiología aunque sus investigaciones se centran en explorar el
cerebro, en el año 2013, acometió
–junto Elisa Couto - una nueva exploración
que le llevó a dar una vuelta al mundo.
Once meses duró la travesía en la que ambos que atravesaron desiertos, glaciares,
volcanes, ríos, selvas y montañas, interaccionando con todos los seres vivos
que les salieron al encuentro, tanto si se presentaban en su condición vegetal,
animal o humana, y siempre bajo una bóveda estrellada común para todos
los habitantes de este planeta tierra.
Ies. Rosalía de Castro. Santiago de Compostela |
Una aventura que
probablemente surja de su espíritu curioso,
inconformista y viajero, pues -como buen investigador, le seduce el
conocimiento – que bien entendido es otra forma de colonizar nuevos territorios.
No me cabe duda que el profesor Mariño representa
–admirablemente- la figura del viajero,
y como solemos decir en filosofía, el viaje
es una metáfora del acto de investigar, un acto de
exploración, porque en cierto modo, todo viaje es una experiencia filosófica,
en el que el hallazgo principal es uno mismo: el conocido aforismo griego “conócete
a ti mismo”.
Y es por ello, que
–como en la caverna platónica- el viajero, al igual que el pensamiento, debe
desprenderse -en la travesía- de la pesada mochila de los prejuicios, las
creencias heredadas, las brújulas, los mapas …..para permitir, si cabe, que el
viaje haga su efecto transformador sobre nosotros mismos.
Por este motivo, quien
se atreve a iniciarse en la aventura del conocimiento y el pensamiento, debe
estar dispuesto como el viajero o el navegante, a iniciar una travesía por
aguas desconocidas. Por eso después de haber
tenido la fortuna de haber podido disfrutar de esta charla, sigo pensando que el
profesor Mariño aúna, de un modo
admirable, la figura del viajero con la del buen investigador, pues no
solamente ama el conocimiento como una exploración y aventura, sino que también ama compartirlo, y eso se nota claro,
bastaba ver la escucha atenta de cuatrocientos jóvenes que, durante dos horas y
media, no pestañearon ante las amenas explicaciones científicas de esta jovial
odisea, que rieron ante las anécdotas del viaje, que aplaudían espontáneamente
cuando algún hallazgo les causaba admiración, que saciaron su curiosidad con
preguntas antes de la espontánea ovación final.
Ha sido un placer intelectual y festivo que hemos hecho
posible entre todos.
¡Enhorabuena!
El relato de esta
odisea jovial lo podéis seguir www.vagamundeando.com
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