Recientemente tuve la oportunidad de ver “Lucy”, una película
de ciencia ficción protagonizada por la famosa Scarlett Johanson y que invita
al espectador a reflexionar sobre la capacidad cerebral de los seres humanos.
En ella, la protagonista es obligada a hacer de “mula” y por lo tanto le
introducen en su cuerpo una bolsa de droga que por una incidencia acaba
rompiéndole dentro de ella y repercutiendo sobre su capacidad cerebral. Después de
esto, Lucy (que recibe este nombre porque el homínido más antiguo lleva el
mismo nombre y es una alusión a que esta mujer sería la primera en alcanzar el
100% de la capacidad cerebral) empieza a adquirir una serie de poderes que le
permiten controlar la luz eléctrica, a saber que están pensando las personas
que le rodean, controlar objetos por telequinesis... Hasta llega a tener conocimiento
de todo lo posible, algo que choca un poco en nuestras mentes. Porque, ¿cómo
sería el saber, el conocer absolutamente TODO? ¿Estaríamos dispuestos a querer
conocer todo lo que nos rodea? En mi caso se me plantea como algo inimaginable.
En la película se dice
que solamente utilizamos el 10% de nuestras capacidades, pues hasta los
delfines parece que tienen un porcentaje más elevado y que por ello pueden
comunicarse mediante unas ondas y percibirlas mediante un sonar. Algunos científicos
afirman que “a los delfines hay que
tratarlos como personas no humanas”. Sin embargo, indagando un poco en este
tema he podido comprobar que esto es un mito, pues los humanos utilizamos todo
nuestro cerebro. Esto puede ser comprobado cuando, por ejemplo, una persona
sufre un accidente y este afecta al cerebro, por muy pequeño que sea puede causar graves daños e incluso dejar secuelas: "Estudios sobre el daño cerebral: Si el
90 % del cerebro no se utiliza, entonces cuando se lesionan ciertas áreas
no debe afectar al rendimiento".
Desde el momento que nacemos
vamos absorbiendo información y cada generación recibe más y más, ya que la evolución
es algo fundamental. Cuando un niño nace y va formándose recibe información del
pasado pero también del presente, por lo tanto cada vez la cantidad es mayor,
entonces ¿habrá un límite de nuestra capacidad? Es decir, ¿tendrá nuestro
cerebro algún límite para recibir información? De momento parece ser que vamos
procesando esa información correctamente, quedándonos con lo útil y
despreciando lo que no creemos útil. Por lo tanto el saber absolutamente todo
es algo imposible, la evolución está siempre ahí (avances científicos,
descubrimientos, nuevo arte...) asique lo que debería preocuparnos es esa
posible saturación cerebral que posiblemente en un futuro aparezca en nuestra sociedad.
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