Comienza
en el curso y de nuevo retomo el compromiso de despertar el deseo de disfrutar la
experiencia del conocimiento, en donde la búsqueda cooperativa de la
verdad constituye un valor propio, sin otras expectativas, aplicaciones o
valoraciones externas que la desvirtúen; solo la satisfacción de aprender,
compartir y pensar en grata compañía.
Sed
bienvenidos!
JUAN CRUZ
“Buscamos buenas ideas para
ayudar al mundo”
El País, 17 de septiembre de 2015JUAN CRUZ
El filántropo e inversor Nicolas Berggruen. / BERNARDO PÉREZ
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Nicolas Berggruen (París, 1961),
filántropo e inversor internacional (accionista del grupo Prisa, editor de EL
PAÍS) puso en marcha ayer en Los Ángeles el Centro de la Filosofía y la
Cultura. Este centro, que forma parte del Instituto Berggruen, discutirá ideas y
culturas para ayudar al desarrollo del pensamiento. "Buscamos ideas para
ayudar al mundo", dice Berggruen. Una de sus tareas es la creación de un
premio internacional anual para el filósofo cuyas ideas hayan impactado
universalmente. El premio está dotado con un millón de dólares, probablemente
la mayor dotación que recibiría un filósofo en la historia de las ideas.
Berggruen tiene dos nacionalidades, estadounidense y alemana; pero en su DNI se
debería decir cosmopolita, como el centro del que habla en esta entrevista
realizada ayer por teléfono.
Pregunta. ¿Cómo se atreve a crear esta
iniciativa en un mundo en el que la filosofía y la cultura parecen relegadas
por la economía, que es de lo que se habla?
Respuesta. Vivimos en un mundo preocupado
por hoy; olvidamos todo lo complejo, la cultura, las ideas. Y a eso, a la
cultura, a la tradición de las ideas, hemos de volver. Ir a las ideas es
regresar a las raíces. Muchas veces las preocupaciones del mundo son económicas,
pero tienen que ver con los conceptos políticos. Y éstos están teñidos de
conceptos culturales y religiosos que conforman la sociedad. Cuando pensé en
este instituto creí que era importante juntar el pensamiento político de tantos
modelos como zonas del mundo. No nos fijamos sólo en el modelo occidental sino
en todos de los que provienen las ideas que marcan el destino universal.
Buscamos buenas ideas para ayudar al mundo.
R. Hay grandes diferencias, pero
la gente quiere buscar áreas de encuentro. Y hay mucho en común. Las
diferencias existentes son en realidad distintos puntos de vista, de los que
todos hemos de aprender. Un cambio de perspectiva del mundo procede de la
discusión sobre las distintas filosofías, las distintas culturas. Necesitamos
entender otros sistemas y a partir de ese viaje por los otros encontraremos
nuevas ideas que nos hagan aprender mutuamente. No se trata de hacer con todas
las ideas una sola, ni de imponer las nuestras sobre las ajenas. La idea es
entender las diferencias y conseguir que nos ayuden precisamente lo distinto
que somos.
P. Mencionó las religiones.
¿Servirá su instituto para que el mundo se entienda también en ese asunto que
tanto divide?
R. La religión refleja una manera
de ver el mundo. Así que diferentes religiones reflejan distintos puntos de
vista. La religión es una cultura. Pero una cultura que lleva fuego dentro. No
es bueno tener una concepción unívoca del universo. Sucede muchas veces con la
religión. Su esencia emocional hace que a la gente le resulte difícil
relacionarse con los que no sienten lo mismo. Por eso es tan importante abordar
esta complejidad. Queremos provocar el entendimiento. Si respetamos las
distintas visiones del mundo hemos de respetar, también, las distintas culturas
y religiones. La religión suele tomarse desde un punto de vista mezquino; de lo
que se trata es de abordarla desde un punto de vista amplio, cultural. La
religión incluye lo bueno y lo malo.
P. En el esquema de su Instituto
se halla el estudio de la armonía y la libertad ¿Es posible juntar ambos
conceptos en un universo en el que prevalece la intolerancia hacia otras
culturas?
R. Por eso tenemos esta
preocupación. ¿Cómo puede ser más libre la gente en un mundo sin armonía?
Debemos, pues, entender qué es la libertad ajena para poder llegar a ser
felices. La gente ha de sacrificar la libertad individual en aras de la
armonía, o la armonía en función de la libertad. Acomodar ambos conceptos nos
lleva a un equilibrio. Y el equilibro permite el progreso.
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