Diez de
diciembre, domingo de reflexión. Ahí afuera hay una ciclogénesis explosiva con
nombre de chica, Ana, y en el ordenador veo un artículo con un título que
despierta mi curiosidad: “Los pulpos son lo más parecido a una inteligencia
extraterrestre en la Tierra”.
Se trata de
una entrevista a un filósofo nacido en Sidney en 1965 llamado Peter
Godfrey-Smith. Por supuesto no he oído hablar de este pensador en mi vida, pero
me gustan los pulpos y nunca sospeché que estos animales que son todo cabeza y
patas, pudieran destacar por su inteligencia.
La hipótesis
de Peter es que la inteligencia de los pulpos no ha evolucionado mucho debido a
que su esperanza de vida es corta y carecen de vida social. Además las crías no
llegan a conocer a sus madres, lo que quiere decir que no hay ninguna transmisión
de conocimientos entre generaciones.
En el otro
extremo del mundo animal están los orangutanes, con cerebros grandes pero una
vida social casi inexistente. Cada vez son menos y las plantaciones de palma
están acabando con su hábitat natural.
Según el
filósofo australiano, los pulpos poseen mentes complejas con curiosidad por el
mundo que les rodea y mucho ingenio para adaptarse a las circunstancias y son “lo más parecido a una inteligencia
extraterrestre que podemos encontrar en la Tierra”.
Nunca había
leído a un filósofo de la ciencia, pero ahora que lo he hecho creo que estoy de
acuerdo en que la curiosidad y la vida en sociedad son el secreto que ha
convertido a la especie humana en una referencia para este planeta. Tampoco
debemos caer en el error de creer que lo estamos haciendo muy bien porque,
entre otras cosas, estamos poniendo en riesgo de extinción a nuestros compañeros,
los pulpos y los orangutanes.
Paula Fernández Fuertes 1º Bac F
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