lunes, 18 de febrero de 2019

¿Debemos juzgar?

“Erase una vez una zorra que nunca había visto un león, hasta que un día se lo encontró por la calle. Como era la primera vez que lo veía sintió un miedo espantoso. Otro día volvió a verlo y el león saludó amablemente a la zorra. Ésta, por temor, salió corriendo. Al día siguiente volvieron a encontrarse y el león volvió a saludar a la zorra y le deseó un buen día. La zorra respondió al león, empezaron a hablar y al final, se convirtieron en grandes amigos”
   
Esta micro historia la saqué de un cuaderno viejo de Rubio en un cajón que no abría desde hace muchos años y había olvidado por completo que estaba ahí.
Es un cuento para niños pequeños pero que me parece interesante para plantear la siguiente pregunta: ¿Debemos juzgar?

La respuesta no es fácil de responder, la mayoría de vosotros diría “no” sin pensarlo un segundo. Es es muy fácil decir que “la gente juzga mucho” puesto que esto incluye a todo el mundo menos a ti. Yo misma habría dicho que no suelo juzgar a la gente por su apariencia, pero sería mentira.

Un ejemplo: eres una chica de 17 años y vas sola por la calle un lunes a las 12 de la noche. De repente ves una figura que se acerca a ti: es un hombre no muy atractivo y gordo de unos 35 o 40 años. Automáticamente empiezas a sentirte algo incómoda, “¿y si me agarra y me lleva con él?”, “¿y si me sigue hasta mi casa y se mete conmigo en el portal?”, “¿y si me fuerza?”. Todas estas ideas vienen a tu cabeza instantáneamente y sin pensarlo apenas. Estás juzgando. Pero tampoco creo que esté mal en algunas situaciones.

Desgraciadamente hoy en día las mujeres tenemos que andar con mucho más cuidado por la calle y especialmente si vamos solas. Vemos noticias todos los días de chicas, a veces incluso de nuestra misma edad, que fueron violadas y asesinadas por un hombre al que ni siquiera conocían, o sí.
Estar constantemente viendo estas cosas nos hace sentir miedo, miedo por tener que rezar para llegar sana y salva esa noche a casa después de salir de fiesta, o simplemente para llegar.

¿Realmente está mal juzgar en este tipo de situaciones, donde quizás gracias a eso decides meterte en un bar cercano y esperar a que ese hombre pase de largo, o llamas a tu amiga para tener a alguien con quien hablar mientras tanto? Quizás esas decisiones solo puedas llegar a tomarlas si juzgas a alguien en el momento justo. Probablemente fuera un hombre normal y corriente que volvía a su casa después de un día de trabajo.
Pero eso nunca lo sabrás. Claudia Lareo 1ºA


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