Nicholas Wade por Fernando Sancho |
El autor de 'Una herencia incómoda' enfada
a los científicos al defender la influencia de los genes en el comportamiento.
Ciencia y política, dice, son terrenos distintos
PREGUNTA. ¿Es usted racista?
RESPUESTA. No. Ser racista
significa creer que una raza, por lo general la tuya, es superior por
naturaleza a las demás, y que no hay nada que pueda cambiarlo. Se trata de la
idea de que la sangre y los genes marcan la diferencia. Eso es ser racista, y
yo no lo soy en absoluto.
P. Sabía que su libro iba a
suponerle un enorme quebradero de cabeza. ¿Por qué lo escribió?
R. Sabía que iba a ser
controvertido, pero tenía la sensación de que, una vez disipada la
controversia, cuando la gente empiece a leerlo atentamente, verá que no dice
nada chocante ni sorprendente, que es puro sentido común. Llevo
muchos años informando sobre el genoma humano y empecé a darme
cuenta de que estaba generando una información increíble relacionada con las
razas. Sin embargo, al preguntar a los científicos, apenas pronunciaba la
palabra raza, todos se sumían en un silencio sepulcral. Me resultó evidente que
era un tema importante sobre el que los académicos e investigadores no estaban
diciendo a la gente toda la verdad, lo que me parece mal. Creo que los
científicos deberían explicarle a la gente lo que descubren, sea lo que sea.
P. ¿Cómo se siente un
periodista científico al ver que 139 genetistas afirman en una carta pública
que está equivocado, que su libro es peligroso?
R. Me parece que están
traicionando el ethos de la ciencia, que es no dar nunca por
sentado lo que se dice, comprobarlo todo. Dijeron que mi libro estaba lleno de
errores, pero no citaron ni uno. Si mi trabajo no estuviese en lo cierto,
¿cuántos científicos harían falta para señalar los errores? Solo uno. El libro
no tiene errores científicos, así que les pareció necesario sacar a 139. Y no
aportaron ninguna prueba. Pero así no funciona la ciencia; así funciona la
política. Era una carta política, no científica, así que le presté la atención
justa.
La ciencia es
el producto de una comunidad de científicos que siempre está criticando el
trabajo de los demás”
P. Pero, cuando afirma que esos
científicos son de izquierdas, ¿no está colocando el tema precisamente en un
plano político?, ¿no es eso lo que usted critica?
R. Lo que digo es que algunos
científicos no hablan del tema de la raza en sus artículos, o siempre colocan
los datos al final de los trabajos, donde el periodista medio no los encuentra.
Así que, efectivamente, están investigando sobre la raza. Sí, creo que la mayor
parte es probablemente de izquierdas, de hecho la mayoría de departamentos
universitarios lo son, y por ende se muestran empáticos con la postura de que
la raza no tiene una base biológica. Aunque no la compartan, siguen defendiendo
dicha postura para evitar que el Congreso les corte los fondos. También hay
otro motivo, un buen motivo. En las décadas de 1920 y 1930 se produjo un movimiento
eugenésico muy potente en EE UU, dirigido por genetistas punteros de
Harvard y Stanford. Los científicos actuales cargan con ese peso, saben que
tienen ese legado negativo y están resueltos, con razón, a que nunca se repita.
Me habría gustado, eso sí, que hubieran leído mi libro atentamente. No creo que
lo hayan hecho.
P. Dice usted que su libro
pretende mitigar el miedo a hablar de las razas, pero ha provocado miedo a la
justificación científica del racismo.
R. Creo que deberíamos
comprender el mundo lo mejor posible, y que toda esta información nueva sobre
el genoma nos permite entender por primera vez algo sobre la estructura de la
variedad genética de los humanos. Siempre es mejor comprender algo que
ignorarlo, aunque también era muy consciente de los peligros que usted
menciona. Así que intenté escribir el libro para que se viese que el genoma nos
habla, en realidad, de lo unificada que está la raza humana. Todos somos
variaciones del mismo tema. Hay diferencias entre razas, pero no llegan al
nivel individual: como individuos somos prácticamente iguales. De existir
alguna diferencia significativa atañe al nivel de nuestras sociedades.
P. Admitamos que hay
diferencias genéticas entre las razas. ¿Es tan importante?
R. No en el plano individual.
Yo digo que puede importar si supone una diferencia en nuestro comportamiento
social.
P. ¿El progreso científico lo
justifica todo, aun si descubriésemos algo que los racistas pudieran usar para
justificar sus ideas y acciones?
R. Es una de las preguntas
centrales de la ciencia. La política general ha sido: no hemos de temer el
conocimiento, sino aceptar que, si descubrimos algo peligroso, sabremos
afrontarlo. El ejemplo más evidente es la energía atómica:
podríamos haber dicho que era demasiado peligrosa, pero en realidad
permitió crear las plantas nucleares, que serán muy útiles si el calentamiento
de la tierra se convierte en un problema serio. Si echamos la vista atrás,
veremos que las armas nucleares no han sido tan malas, habida cuenta de que
mantuvieron la paz entre Estados Unidos y la Unión Soviética. De no existir
armas nucleares podríamos haber vivido una tercera guerra mundial. Ahí fuimos valientes
para reunir ese nuevo conocimiento y darle buen uso.
P. Dice que la ciencia trata
sobre lo que es, no sobre lo que debería ser. ¿Es así de fácil? ¿Qué pasa con
las consecuencias?
R. Los científicos no son
ajenos a la sociedad en la que viven. En la ciencia moderna no se puede hacer
nada por uno mismo, se necesita un presupuesto y fondos de los Gobiernos. La
ciencia también es un juego intelectual de grupo, el producto de una comunidad
de científicos que siempre están criticando el trabajo de los demás y
demostrando que no puede probarse. Es un enorme proceso público que los
Gobiernos controlan. Creo que esa es una de las razones ocultas tras la carta
de los 139 científicos. Los científicos, al menos en EE UU, siempre tienen
miedo al Congreso, pues si hacen algo que no le gusta les cortan los fondos.
P. Cuando habla del éxito de
Occidente haciendo referencia a la genética de los occidentales, ¿no le parece
un argumento para justificar posiciones racistas?
R. Lo que intento decir es que
como cada sociedad es ligeramente diferente, en un momento concreto una
comunidad puede estar haciéndolo mejor que otra, en el ámbito económico, por
ejemplo. Durante la mayor parte de nuestra historia, la china ha sido la civilización líder, y puede que
vuelva a serlo, puede que el éxito de Occidente sea temporal. Y no
es legítimo que porque un país pueda estar arriba y otro abajo se haga una
acusación de racismo.
Hay diferencias
entre razas, pero no llegan al nivel individual: como individuos somos
prácticamente iguales"
P. En su libro escribe que la
medicina occidental es más eficaz, que el arte occidental es más creativo y que
las instituciones europeas son más innovadoras. ¿No es eso una afirmación de
superioridad? ¿Se puede decir así, sin más?
R. Sí, porque sin duda es así.
No es una afirmación racista, sino una mera descripción, una observación. Pero
quizá no duren, quizá nuestras sociedades cambien por algún desafío externo,
quizá la época de Occidente toque a su fin. No puede decirse que una raza es
mejor que otra por naturaleza.
P. ¿Cree que la eugenesia puede
volver?
R. Hay dos tipos de eugenesia.
La mayoría de la gente la concibe en el sentido negativo de usarla para matar
gente. Sin embargo, la eugenesia tuvo en sus orígenes un sentido positivo. Su
idea era intentar fomentar los matrimonios entre las personas más inteligentes
de la población: eso es la eugenesia positiva. Quizá no fuese una idea muy
afortunada, pero veamos los avances de la eugenesia médica: pronto se podrá cambiar el genoma humano y corregir
los genes que causan enfermedades, incluso aumentar los que
propician la fuerza y la inteligencia.
P. Pero esas ideas llevaron al
Holocausto. ¿Está superado ese peligro?
R. Espero que no vuelva a
pasar. Creo que los avances se incorporarán al sistema facultativo. Los médicos
dispondrán de un paquete genético que elimine todos los genes nocivos. Eso no
tiene nada que ver con la raza, será un servicio a disposición de todo el
mundo. Claro que al principio será solo para los ricos, pero acabará estando
también a disposición de los pobres. No se aplicará de manera racista.
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