En la última semana se han
publicado dos noticias que me gustaría comentar: la primera habla del descubrimiento del primer pez de sangre
caliente (ABC, 14 de mayo) y la segunda de un hombre que lleva en prisión once
años por violaciones que no ha cometido (EL PAÍS, 10 de mayo).
La primera noticia habla de un pez
llamado “pez luna real” (también conocido como “gitana”, Lampris guttatus u “opah” en inglés) que es capaz de mantener su
temperatura corporal más elevada que la del agua fría de alrededor. El
descubrimiento ha sorprendido a los científicos porque siempre se ha
considerado que los peces son animales de sangre fría (poiquilotermos), a
diferencia de las aves y los mamíferos, que son animales de sangre caliente
(homeotermos o endotermos). El hallazgo fue publicado el pasado jueves por la revista
Science.
La segunda noticia habla de un
holandés que fue condenado en España por tres agresiones sexuales cometidas en
Fuengirola. El tribunal lo condenó basándose en el testimonio de dos de las
víctimas y de un testigo que había visto al atacante desde un balcón. En este
momento, la sentencia está siendo revisada porque han aparecido nuevas pruebas
de ADN según las cuales el autor de las agresiones es un británico que está en
la cárcel en el Reino Unido.
¿Qué tienen en común las dos
noticias? Que las dos nos hablan de rectificaciones realizadas en dos ámbitos que
se caracterizan por buscar la certeza en el conocimiento con el máximo rigor: la
ciencia y la justicia. Dos ámbitos en los que ninguna certeza, por muy
corroborada que parezca, se puede considerar como definitiva. Dos ámbitos en
los que toda certeza puede ser anulada por la aparición de una nueva certeza
más fuerte. Esta es la conclusión a la que llegamos Alicia Mosquera y yo en nuestra presentación
de TdC sobre el concepto de certeza
científica y que expusimos el pasado miércoles. Estas dos noticias tan
recientes ilustran lo que queríamos decir.
Alicia Lama Enríquez,
1ºBI
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