El jueves pasado, tuve el placer de asistir a
la charla del paleontólogo español Ignacio Martínez Mendizábal, ganador
de un Premio Príncipe de Asturias, durante el acto de la primera edición del
premio Stephen Hawking de jóvenes investigadores, celebrado en el IES Rosalía
de Castro.
En su exposición, nos habló sobre la gran
cantidad de fósiles hallados en Atapuerca y las conclusiones que se han sacado
gracias a ellos sobre la evolución y el
comportamiento humano. A partir de algunos de los datos que presentó, pueden
surgirnos muchas preguntas.
El primer caso que comentó se refería a los restos
fósiles de lo que había sido un anciano con problemas de salud que no le permitían
caminar o, si lo hacía, con mucha dificultad y lentitud. Para estas antiguas
sociedades cazadoras y recolectoras, esto era un gran inconveniente, pero,
sin embargo, esta persona vivió hasta los 60 años y nunca fue abandonado ni
dejado atrás por sus compañeros. Pero la cuestión es, ¿siguieron con él por el
cariño que le tenían o simplemente porque en su persona se guardaban conocimientos
de muchos años de vida?¿Era todo por interés propio o porque se preocupaban por
él? Esto nos remite a la idea de Platón del origen de la sociedad, por la cual
explica que los seres humanos nos relacionamos con otros debido a que uno no se
basta por sí mismo y, de esta manera, “vamos reuniendo en una sola morada a
multitud de personas en calidad de asociados y auxiliares” (República II)
Sin embargo, mediante esta idea no podemos
explicar el segundo caso que comentó, el de una niña de 12 años que, según
revelan sus restos fósiles, padecía una
enfermedad que le deformaba la cara y le causaba un retraso mental. A pesar de
esto, no la abandonaron, como sí harían otras especies de animales (no sin
dolerles dejar a la cría) ya que no aportaba ninguna ventaja al grupo.
Entonces, ¿qué es lo que realmente les movía,
y nos sigue moviendo, a crear relaciones con otros humanos? ¿Somos así por
naturaleza? Y, por otra parte, ¿qué es lo que nos provoca no poder dejarlas después?
¿Nos mantiene unidos el amor o el interés? Siendo la causa el amor, ¿no abandonamos a esa
persona por su bien, o por ahorrarnos el dolor que supondría su perdida?
¿Somos seres totalmente egoístas que solo
miramos por nosotros mismos?
LAURA R. PÉREZ 1ºA
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