Actualmente, presumimos de ser una sociedad muy avanzada, con ideas
liberales y abiertas a todo tipo de nuevos conceptos de carácter social, político,
religioso, etc. Pero ¿Somos realmente el tipo de sociedad que creemos ser? El otro
día, estuve pensando en el concepto de “matrimonio”, y sin dar muchos rodeos,
llegué a la conclusión de que no hay mejor definición que “unión entre dos
personas que se quieren”. Sin embargo, quería escuchar las opiniones de otra
gente, y le pregunté a mi padre: ¿Papá, qué es el matrimonio? Su respuesta fue clara:
unión entre un hombre y una mujer.
Tras escuchar esto, planteé la pregunta ¿Por qué única y exclusivamente
entre un hombre y una mujer?, a la cual mi padre respondió con un simple: “porque
ese es el concepto original”. Mostrando mi rotundo desacuerdo, decidí buscar el
concepto de matrimonio en el diccionario de la Real Academia Española, y para mi sorpresa, la
primera definición decía así: “Unión
de hombre
y mujer, concertada
mediante ciertos ritos
o formalidades legales, para
establecer y mantener
una comunidad
de vida e
intereses”. Para mi alivio, la segunda
definición enunciaba: “En determinadas
legislaciones, unión
de dos
personas del
mismo sexo, concertada
mediante ciertos
ritos o
formalidades legales, para
establecer y mantener una
comunidad de
vida e
intereses”.
La pregunta
sería ¿Por qué aparece tal definición en primer lugar? ¿Acaso el matrimonio no
se trata de la unión de dos personas que se quieren, independientemente de su
sexo?
A esto es a
lo que me refería: decimos ser una sociedad con ideas avanzadas, cuando frecuentemente
seguimos aferrados a las ideas conservadoras y religiosas de antaño, temiendo abrir
los ojos ante la realidad.
MARÍA ESTÉVEZ
1ºA.
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