Joaquín Vila García, 1º BI
El lenguaje es una herramienta
que los seres humanos poseemos y que nos permite comunicarnos con nuestros
semejantes de manera eficaz. Aunque la capacidad del lenguaje es común a todos
los seres humanos, las muy diversas manifestaciones que puede tener, no lo son.
Estas manifestaciones, denominadas lenguas o idiomas, son un conjunto de
signos, orales y escritos, que permiten la transmisión de un mensaje de un
emisor a un receptor, a través de un medio. Estos signos que constituyen el
lenguaje están, a su vez, constituidos por un significante y un significado, es
decir, constan de un componente material (que nos permite reconocerlo) y el
concepto o idea que representan. La relación entre el significante y el
significado de los signos lingüísticos se considera arbitraria pero, ¿es esto
realmente cierto, o existe alguna relación entre ellos?
La relación entre el significante y el significado es arbitraria. |
Un claro buen ejemplo que nos
permite justificar la arbitrariedad de esta relación es el famoso cuadro del
pintor francés René Magrite “Esto no es una manzana”, que sirvió para inaugurar
nuestro blog. En él, su autor expresa de una manera muy sugerente que no hay
nada en un significante que nos haga relacionarlo con su significado, y
viceversa. También tenemos otro ejemplo en la película “El Milagro de Ana Sullivan”.
El hecho de que Hellen no sea capaz, en un principio, de relacionar los gestos con
lo que significan, se debe precisamente a que esta relación es arbitraria.
Los significantes son, de algún
modo, una manera abreviada, un atajo para referirnos a un significado de manera
rápida y que todos entendemos. Aún así, los significantes varían de unas
lenguas a otras. Un ingles, por ejemplo, dice “newspaper” para referirse a lo
que nosotros llamamos “periódico”, y un alemán, “Zeitung”, pero todos nos
referimos a lo mismo. Si hubiese relación entre los significantes y los
significados, entre los sonidos y lo que representan, no sería posible que
hubiese miles de significantes para un único significado.
Dado que las lenguas no son
instrumentos artificiales ni rígidos, los hablantes las pueden utilizar de muy
diversas maneras. Es bien cierto que cuando empleamos palabras que tienen un
significado muy general como, por ejemplo, árbol o pájaro, no estamos dando
detalles suficientes para que la persona que recibe el mensaje tenga una idea
clara del ser al que nos referimos. Sin embargo, cuando utilizamos este tipo de
signos lingüísticos nuestra intención no es dar grandes detalles acerca de su
significado, sino simplemente conseguir que el receptor tenga una idea general.
En contraste a este tipo de términos se encuentran los tecnicismos, signos
propios del lenguaje científico que buscan todo lo contrario, es decir, evitar
ambigüedades a la hora de interpretar lo que queremos decir.
Esto supone una gran ventaja, ya
que podemos adaptar nuestro discurso a la situación comunicativa. Por el
contrario, también tiene algunos inconvenientes, puesto que cuando empleamos
palabras con múltiples significados, sujetos diferentes pueden llegar a
entender realidades diferentes: hay una pérdida de información.
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