viernes, 15 de febrero de 2013

¡Guernica!, ¡Guernica! y memoria de Auschwitz



Respondo a vuestras preguntas:

Con Memoria de Auschwitz os propongo recordar el legado de esta experiencia de inhumanidad como un compromiso de justicia con todas las víctimas que la Historia deja a su paso. 

Nos detenemos en Auschwitz porque la singularidad de este acontecimiento, rompe con la experiencia de la Historia entendida como progreso de la razón instrumental, y nos obliga replantear las categorías con las que pensar la realidad de nuestro tiempo, en el sentido de que debemos interrogarnos:

¿En qué medida el máximo grado de civilización no nos salva de caer en la barbarie?

Para responder a este interrogante no podemos renunciar a conocer, aunque el solo conocimiento de los hechos ocurridos no baste. El exterminio metódico perpetrado en los campos por individuos informados y con facultades de entendimiento, es la prueba experimental de que el conocimiento es insuficiente por sí mismo, dado que es incapaz de suplir los efectos del pensamiento, y puesto que puede existir el uno sin el otro, hemos de aprender a usar ambas capacidades simultáneamente si queremos vivir humanamente.
Aunque podríais objetar:

¿Qué tiene en común conmigo lo ocurrido hace casi setenta años en una Europa que yo no conocí?
¿Acaso no forma parte de la historia de la humanidad el que cíclicamente se repitan genocidios?
¿Por qué no olvidar?¿Para qué remover los lodos de la memoria?
No conocía a las víctimas: ¿por qué tendría que sentirme apenado por lo que les ocurriera?

Preguntas lícitas en todo caso que nos obligan a pensar, porque pensar es una actividad que nos empuja a comprender, pero no somos libres de negarnos a aceptar la evidencia de una realidad porque nos cause sufrimiento.

¿Se puede comprender la realidad de los campos de concentración sin emoción?

Probablemente la respuesta es no. Sin emoción difícilmente se dará la comprensión, hay que entender que lo emocional no es lo contrario de lo racional, sino la insensibilidad. No pensamos solos sino con los demás, así aprendemos a pensar y así maduramos nuestro pensamiento.

Tenemos que pensar que ninguna democracia está libre de la tentación totalitaria, de ahí la urgente necesidad de movilizar el pensamiento libre que sólo puede darse en un "estar-juntos". No podemos olvidar que para que un pensamiento sea libre debe nutrirse de verdad. Debemos pues conocer la verdad de los hechos para poder pensar. Por lo tanto todo intento de destrucción de la memoria de los hechos, manifiesta su carácter totalitario al pretender el “olvido”. 

Para ver un ejemplo en nuestra historia reciente os propongo como tema de presentación o ensayo el siguiente artículo ¡Guernica!, ¡Guernica! (El País, 9/02/2013) del historiador Ángel Viñas, quien trata de desenmascarar la explicación neofranquista de que el bombardeo de Guernica del 26 de abril de 1937, no pretendía aniquilaciones masivas de la población. Como señala el autor:” Por la dignidad de las víctimas y de la HISTORIA es preciso recuperar el pasado y desenmascarar a quienes siguen desfigurándolo”. Que así sea.

http://elpais.com/elpais/2013/01/21/opinion/1358770500_511370.html

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