La muerte no es algo que sea fácil de
aceptar. El mero detalle de que sea algo inevitable, no lo convierte
en simple. Respirar, por ejemplo, no lo cuestionamos, es así. Todos
tenemos que respirar, al igual que todos tenemos que morir. Es cierto
que la muerte tiene el misterio de no saber que es, en qué consiste. Científicamente se define como: "el término de la vida a causa de
la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático. Se
trata del final del organismo vivo que se había creado a partir de
un nacimiento". Sin embargo, si fuese algo tan simple que se resume en dos oraciones, sería eso lo que
le diríamos a los niños cuando preguntan que pasó con su mascota,
o con el abuelo, cuando estos mueren. Estos días estuve escuchando
que todos debemos aceptar la muerte, ya que es algo natural, lógico,
necesario para la vida, pero me pregunto si algún día seré capaz
de aceptarlo de una manera tan fácil. Como buena adolescente, sueño con que viviré por siempre, aunque eso no quita que sé que me voy a morir. Lo
tengo asimilado, como tengo asimilado que necesito respirar, comer y
dormir. Pero no creo que sea lo único que le dé sentido a la vida,
que el suceso de nuestra muerte, inevitable, como tantas otras cosas,
sea algo por lo que estar agradecido. Tampoco algo por lo que no
estar agradecido, simplemente es una realidad. Me gustaría que, en
vez de pensar tanto en algo como la muerte, en que si da sentido o no
a nuestras vidas, pensáramos más en la vida que estamos viviendo,
ahora mismo, tan irrecuperable y única como nuestra muerte. Como
bien dice un famoso proverbio chino: Si un problema tiene
solución, no hace falta preocuparse. Si no tiene solución,
preocuparse no sirve de nada. La muerte no tiene solución y por tanto no es un problema. El problema es lo que hacemos con nuestra
vida, aprovecharla, ya que esta es más personal que
nuestra muerte, y algo que sí sabemos en que consiste y sí podemos
cambiar.
Cloe
Quizás el problema no es morir sino vivir
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