¿El rey está desnudo?
El lenguaje es la puerta que nos
abre a nuestra humanidad, con él nunca estamos solos, pues nos hace partícipes
de un universo de significados que otros, antes que nosotros, nos han
transmitido con el fin de comunicar y estructurar nuestro pensamiento. El
lenguaje es como un fino bisturí que recorta la realidad para hacerla significativa,
el cómo se produce ese “corte” es importante para definir, en términos de
conocimiento, ¿qué es lo real?
En ese sentido el lenguaje tiene un poder configurador, modelador de realidad tan importante que ha llevado a numerosos investigadores a analizar críticamente el discurso para estudiar cómo se produce esta influencia, ya que quien emite un discurso, busca –ante todo- convencer y cambiar la mentalidad de los receptores, mediante la comunicación de creencias, actitudes y valores entre otros pues es a partir de las palabras como se ejerce un control “sutil” sobre las mentes de las personas y contribuyen a las relaciones de estructuración de las relaciones de poder en una sociedad.
En ese sentido el lenguaje tiene un poder configurador, modelador de realidad tan importante que ha llevado a numerosos investigadores a analizar críticamente el discurso para estudiar cómo se produce esta influencia, ya que quien emite un discurso, busca –ante todo- convencer y cambiar la mentalidad de los receptores, mediante la comunicación de creencias, actitudes y valores entre otros pues es a partir de las palabras como se ejerce un control “sutil” sobre las mentes de las personas y contribuyen a las relaciones de estructuración de las relaciones de poder en una sociedad.
Un ejemplo de lo dicho
anteriormente lo podemos ver reflejado en el interesante artículo del profesor
de la Universidad Simón
Bolívar, de Caracas, Carlos Leáñez Aristimuño, quien en su artículo: ¿Al suelo, Venezuela?, ejemplifica de que manera el chavismo manipula
el lenguaje y quiebra la libertad para pensar y conocer de sus conciudadanos
con el fin de legitimar el régimen.
Leamos
un extracto que podéis leer en su totalidad en:
http://elpais.com/elpais/2013/12/02/opinion/1386014024_190837.html
“Todo poder
que aspira a meter en cintura a una sociedad debe controlar la lengua: ella es
la llave que nos hace el universo inteligible, es la aduana de nuestra mente.
De no ser sincronizada con el régimen, podría alguien gritar “el rey está
desnudo”. Y podría otro prestarle atención, lo cual sería muy grave. Lo óptimo,
lo total, es que nadie pueda emitir el grito. Ello es imposible: siempre quedan
cabos sueltos de libertad. Pero sí es factible lograr que muchos —masas
crédulas y dependientes del poder— miren como loco o malvado a quien grite, a
quien no acate la versión oficial.
La versión oficial de Venezuela cuenta que somos tropa —no ciudadanía— que
libra una heroica batalla permanente contra el imperialismo de turno —español
ayer, estadounidense hoy— y sus aliados regionales y locales —lacayos, gusanos,
disociados, fascistas, parásitos, gorilas, bacterias, excrementos— bajo el
liderazgo eterno de Hugo Chávez o sus sucesores —hijos de Bolívar— y con dos
responsabilidades de talla: forjar la unidad de Latinoamérica y salvar la
humanidad. La estabilidad del régimen actual, de ínfimo rendimiento en lo que a
solución de problemas concretos se refiere, depende en altísimo grado de que lo
anterior sea creído por muchos. Y, por ahora, lo ha logrado.Superponer a
la prosaica realidad un relato grandilocuente y fijar en él nuestra atención es
posible con aludes de propaganda, creíbles solo por la disminución de nuestra
capacidad de conocer y por el asordinamiento de cualquier versión alternativa
de la realidad. Para lo primero, nada como postrar el aparato educativo…”
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