domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Qué significado tiene afirmar que algo es real?

La realidad por Vladimir Nabokov

En el transcurso de una conferencia sobre la obra: La Metamorfosis de Franz Kafka, Vladimir Nabokov ofreció esta elocuente reflexión sobre la dificultad que encierra la significación de lo que denominamos "realidad objetiva", en tanto que cualidad de lo “objetivo”,  sin reparar en las múltiples "vivencias subjetivas" que evoca o provoca el objeto de dicha significación.


    “Tomemos, por ejemplo, tres tipos de personas caminando sobre un mismo terreno. El Número Uno es un hombre de ciudad que se está tomando unas vacaciones bien merecidas. El Número Dos es un botánico. El Número Tres es un agricultor local. El Número Uno, el hombre de ciudad, es lo que llamamos una persona realista, con sentido común, un hombre de hechos: ve los árboles como árboles y sabe por su mapa que el camino que está siguiendo es un camino que le lleva a Newton, donde hay un buen lugar para comer recomendado por un amigo de la oficina. El botánico mira a su alrededor y ve el ambiente en los términos exactos de la vida de las plantas, precisa las unidades biológicas como árboles y hierbas en específico, flores y helechos; y para él ésta es la realidad, para él el mundo del turista insensible -quien es incapaz de distinguir un roble de un olmo- parece un mundo fantástico, de ensueños. Finalmente, el mundo del agricultor local difiere de los otros dos porque su mundo es intensamente emocional y personal, porque ha nacido y crecido en él y conoce cada sendero, cada árbol y cada sombra de cada árbol en el sendero; todo en conexión con el trabajo diario, su niñez, y miles de pequeñas cosas que los otros dos -el pesado turista y el botánico taxonomista- simplemente no pueden conocer, aún estando en el mismo lugar al mismo tiempo. Nuestro campesino no conocerá la relación entre la vegetación circundante para tener una concepción botánica del mundo, y al botánico no le importarán el granero, ni el campo, ni la vieja casa junto a las matas de algodón, que sí están presentes en los recuerdos de alguien que haya nacido ahí.
       De esta forma tenemos tres mundos distintos –tres hombres ordinarios que viven tres realidades diferentes- y, por supuesto, podríamos traer muchos otros ejemplos: un hombre ciego con un perro, un cazador con su perro, un perro con su dueño, un pintor navegando en busca de una puesta de sol, una muchacha que se queda sin gasolina. En cada caso sería un mundo completamente diferente del resto ya que las palabras más objetivas, como pueden ser árbol, camino, flor, cielo, establo, dedo y lluvia, tienen para cada cual una connotación subjetiva totalmente distinta. Realmente la vida subjetiva es tan fuerte que se aparta con una coraza de la así llamada existencia objetiva. El único camino hacia la realidad objetiva es el siguiente: podemos tomar todos esos mundos individuales, mezclarlos, sacar lo mejor de esta mezcla y llamarlo realidad objetiva. Podemos sentir en ella una partícula de locura si un lunático pasara por allí, o una partícula de bella y completa estupidez si un hombre estuviera mirando un campo maravilloso e imaginando sobre él una maravillosa fábrica de producción de botones o bombas; pero en su totalidad, esas partículas estarían diluidas en el pedazo de realidad objetiva que habíamos dado a luz en nuestro tubo de ensayos. Más aun, esta realidad objetiva contendrá algo que trasciende las ilusiones ópticas y los laboratorios de ensayo. Tendrá elementos de poesía, de sublime emoción, energía y esfuerzo (e incluso aquí el rey de los botones podría encontrar su lugar adecuado), de compasión, orgullo, pasión –y el deseo de comerse un buen pedazo de carne en el restaurante recomendado que se encuentra junto al camino.
       Así, cuando hablamos de realidad, estamos pensando realmente en una muestra promedio de la mezcla de un millón de realidades individuales. Y es en este sentido (el de la realidad humana) que yo uso el término realidad…”

Dedicado a Iria Esperón, Carlota Fernández  y Antonio Álvarez

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