En todos los libros de texto de lengua castellana que he estudiado se
dice que la doble articulación del lenguaje permite al hablante, por un lado,
emitir enunciados infinitos y, por otro, que podamos plasmar con precisión lo
que queremos decir. Sin embargo, esto no es tan sencillo, ya que al estudiar el
lenguaje, nos encontramos con que cada palabra parece referirse -“referirse”, que no “ser”- a un “algo” del “mundo
real”. Hace ya varios
siglos, el filósofo John Locke afirmó que las palabras “nada significan excepto
las ideas que están en la mente del que las usa”. Esto nos lleva a pensar lo
siguiente: sí, de acuerdo, una palabra representa una idea, pero ¿quién nos
dice que todos los hablantes coincidan en la percepción de la misma idea? ¿No
es posible acaso que cada uno de nosotros tengamos en mente una idea distinta
cuando pronunciamos palabras como “conmutar”, “regalar” o “guapo”?
Son muchas las personas que consideran
que no hay un mundo exterior 100 % objetivo, sino que lo único que “existe”
propiamente son las millones de percepciones que cada persona articula en su
cerebro. ¿No parece un poco extraño que miles de “mundos interiores” distintos,
compartan una sola lengua?
Es posible que el hecho de que las
personas aprendan una lengua desde prácticamente su nacimiento haga que esas
distintas percepciones individuales se unifiquen, y que la visión del mundo no
sea tan diversa. Así que podemos concluir con el siguiente interrogante: ¿No es
posible pensar acaso que los hablantes de lenguas distintas puedan tener, en
cierta manera, una percepción de la realidad "diferente"?
Antonio Álvarez 1BI TdC
Después de leer tu reflexión me ha parecido prudente dar a conocer este texto (extractado de una conferencia) de uno de mis escritores preferidos Vladimir Nabokov, en la que recrea mediante ejemplos, esa idea que tú -de un modo intuitivo y acertado- expresas. Así que he decidido dedicarte la entrada.
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