Sí,
como dicen los profesionales de los medios de comunicación: ¡Estamos
en el aire!
Volvemos con el aire fresco del otoño después de los calores y el aire acondicionado estival .
Volvemos para retomar el timón de una nueva
singladura en la que esperamos acertar a poner la vela donde sople el viento.
Volvemos
con el ánimo de mantener la esperanza sin por ello construir castillos en el aire.
Volvemos
para renovar nuestro propósito de mostrar que el conocimiento no es un saber a
secas, sino un saber-lo-que-hay-que-preferir, pues como escribe Platón en la
Apología de Sócrates, el verdadero problema no es saber esto o aquello, sino
ser de tal o cual manera.
Ahí
estamos, la filosofía como una actitud ante la vida y un deseo de saber acerca
de lo que nos sucede, acerca de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana, que
nos da la posibilidad de dialogar de un modo razonable con los otros, con los
que escriben y tienen a bien leer este blog.
A
los que se inician y a los que siguen ahí, les deseo que los vientos nos sean
favorables en esta odisea que se
renueva.
Os
dejo este texto del escritor Manuel Vicent:
En el aire
Decía
John Stuart Mill que el genio solo puede respirar en un aire de libertad.
Necesitamos nuevos aires que muevan esta atmósfera pesada en; a fuerza de
esperar, a fuerza de enredos virtuales parecía que nos habíamos quedado sin
ánimo, sin talento para recrear estética y éticamente nuestra atmósfera
Permanecen
en el aire todavía los versos de Safo y de Píndaro que se perdieron; las
melodías que inventaron los pastores de Virgilio soplando una caña o el filo de
una hoja seca, música de la naturaleza que se llevó el viento; los cánticos,
las danzas rituales, las plegarias a unos dioses que también ignoramos; la
filosofía y las tragedias escritas en pergaminos que se pudrieron o se
hundieron en el polvo o ardieron en la biblioteca de Alejandría. Permanecen en
el aire todavía los cuentos narrados de viva voz sobre las alfombras en las
esquinas de Bagdad; los consejos de los sabios budistas, místicos y sufíes, que
no encontraron respuesta en el corazón de los discípulos y siguieron viaje en
el tiempo. Solo una mínima parte de toda la belleza y sabiduría que se ha
creado desde el fondo de los siglos en este planeta ha llegado hasta nosotros,
pero el resto de ese inmenso caudal no ha desaparecido. Si fueron rimas,
canciones o fábulas están todavía suspendidas en la atmósfera; si las
enseñanzas grabadas en tablillas de barro, en papiros, vitelas o pasta de
celulosa se convirtieron en ceniza o estiércol habrán fecundado la tierra y
ahora dan fruto en árboles llenos de pájaros; si un día naufragaron las naves
griegas o latinas, los bajeles sarracenos o los barcos cristianos que
transportaban dioses de bronce, ánforas con aceite y vino, monedas de oro o
mapas de islas del tesoro, ese sagrado cargamento forma parte del mar que ahora
navegamos. También han sido infinitos los crímenes que han quedado sin castigo,
los ríos de sangre que se han evaporado, los gritos de dolor que llegaban hasta
el horizonte. Los nombres de los asesinos impunes componen un cielo muy
estrellado. Existen hazañas y matanzas que nunca fueron contadas, enigmas de la
historia que han quedado sin resolver, vicios y perversiones que tampoco han
sido confesados. El aire de un arte y un horror desconocidos respiramos, pero
ese soplo es el sueño que excita solo la imaginación de los poetas, de los
músicos, de los pintores, de todos los artistas y al final se hace carne.
Realmente la inspiración no es más que el don gratuito que tienen algunos seres
para respirar esa carga perdida de belleza y maldad y rescatarla del poder del
viento.
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