lunes, 29 de septiembre de 2014

Interferencias

Los sentidos son de gran ayuda para el conocimiento de este mundo que nos rodea pero es necesario que las emociones y demás prejuicios que tenemos no interfieran en ellos, para que así esta percepción se ajuste a la realidad lo máximo posible. Estos deben ir acompañados por la razón en todo momento como seres racionales que somos o por lo menos debemos ser.

Antes de afirmar una cosa tenemos que analizar los hechos fríamente, plantearnos que cualquier circunstancia varía dependiendo como suele decirse “del color con que se mire” a pesar de que este color debería ser neutro, inexistente. Debemos tomarnos este análisis como si fuera un deber, una obligación, y formularnos siempre la pregunta de: ¿es realmente esto como los estoy percibiendo?, o ¿son mis sentidos los que me llevan a afirmar o negar esto rotundamente?

En toda circunstancia tiene cabida una duda razonable sobre la que debemos reflexionar antes de llegar a nuestra conclusión final. Durante esta reflexión tenemos que analizarnos a nosotros mismos y al ambiente que nos rodea ya que muchas veces este nos condiciona. Además, hay que tener en cuenta que solo debemos aceptar aquellas opiniones que vayan acompañadas de razonamientos verdaderos, pues muchas veces estas lo único que conseguirán será crearnos unos prejuicios prematuros que nos distorsionarán la realidad.

En la película 12 hombres sin piedad se pueden ver claros ejemplos de alteración sensorial como consecuencia, sobre todo, de los prejuicios falsos que tenían contra el acusado por simplemente ser un “chico de suburbios”. Pero estos prejuicios poco a poco se van derrumbando gracias al cuestionamiento de lo que parecía evidente.

En definitiva, debemos analizar muy bien lo qué percibimos y lo qué no, lo qué es y lo qué no es. Debemos centrarnos en los hechos, dejar atrás nuestras expectativas, creencias, prejuicios y emociones ya que constituyen un simple campo de interferencias en lo que será nuestro juicio final.

¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? - Groucho Marx.


Cristina Deus García 1º BI-C

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