Las personas utilizamos argumentos para defender nuestras opiniones. Éstos no pueden basarse en
emociones, sino en pruebas. Las pruebas constituyen siempre un buen argumento.
En la
película, la mayoría de los miembros del jurado defendían sus posturas con
opiniones que no tenían una buena base, ya que se dejaban llevar por sus prejuicios
o por su experiencia, al hacer esto sus argumentos perdían validez. En la vida
real esto también ocurre continuamente, cuando nos preguntan por qué estamos
seguros de algo solemos responder, `Porque sí’ o `Porque me lo ha contado
María’. La persona que lo escucha queda satisfecha y se lo cree. Pero existe la
posibilidad de que María lo interpretase mal, o que ese `Porque sí’ venga de
una mala percepción de las cosas por nuestra parte. Con todo esto, se puede
decir que un argumento es válido o inválido dependiendo de cómo llegaste a él,
y de las pruebas que puedes aportar para corroborarlo.
Saber utilizar
un buen argumento a la hora de defender algo es igual de importante que
distinguir entre uno válido e inválido. Tener la suficiente capacidad para
poder, desde un punto de vista racional, analizar una opinión y deducir si
tiene un fundamento lógico sólo trae ventajas, tanto para el individuo como
para la sociedad.
Los seres
humanos estamos constantemente haciendo juicios de valor, y normalmente nos
posicionamos de un lado o de otro dependiendo de los argumentos que, para
nosotros, son más válidos. Pero esto no significa que lo sean. Por ejemplo, acaban
de detener a un presunto sospechoso de asesinato, y toda la población hace los
comunes juicios adelantados. Una persona encontrará que es el homicida porque
viene de un barrio pobre, pero otra lo hará porque tiene antecedentes penales.
Pero en la mayoría de los casos, no se fijarán en las pruebas aportadas por la policía.
Como conclusión decir que los argumentos son algo presente en nuestras vidas. Suelen
condicionarnos a la hora de tomar una u otra decisión, así que sería nuestro
deber analizarlos de una manera más objetiva, dejando de lado las influencias
externas, emociones, etc. para así llegar a conseguir una sociedad un poco más
justa.
Carmela Otero Rodríguez,
1ºBI.
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