martes, 14 de octubre de 2014

¿Decides elegir?

En la vida estamos haciendo elecciones constantemente aunque no seamos conscientes de ello. Siempre que haya dos o más opciones y nos inclinemos hacia una, estamos escogiendo, estamos haciendo uso de nuestra libertad. Esta es completamente necesaria pero a veces puede suponer una carga a la que estamos en parte condenados ya que cuando escogemos estamos renunciando, eliminando, al mismo tiempo.

¿Cuantas veces no hemos  querido que escojan por nosotros? ¿Por qué queremos que los demás lleven a cabo una selección cuando esta es una acción tan radical y necesaria? Estamos perdiendo capacidad para ser autónomos, estamos desaprovechando la libertad, la perdemos. Simplemente tendemos a huir de la responsabilidad, de la reflexión verdadera, del pensar. Si decimos que queremos libertad, ¿por qué a la hora de la verdad huimos de ella? ¿ Por qué nos asusta el hecho de poder hacer uso de esta? Este miedo puede hacer que muchas veces nuestra elección no sea la correcta pues nos centramos más en lo que vamos a  descartar y en las consecuencias de la elección que en lo que verdaderamente debemos escoger. Debemos entender que si no seleccionamos estamos queriendo decir que todo nos es válido, que estamos conformes con todo, lo que indica que no te importa verdaderamente nada. Queremos tenerlo todo, y eso es imposible.

Es cierto que a veces ninguna de las dos opciones es la que realmente queremos o la que realmente deberíamos elegir, pero hay que valorar todos los puntos para poder llevarla a cabo de la mejor forma. Si nos encaminamos por el tema de las “mentiras buenas y las mentiras malas” y de la verdad, entramos al mismo tiempo en el tema de lo justo y de lo que queremos o consideramos mejor. Cuando nos encontramos en una situación en la que por medio existen sentimientos y emociones tendemos a escoger la famosa “mentira piadosa”  o “mentira buena” para así conformar a la persona afectada, aunque en realidad le estemos mintiendo. Este tema nos aparece constantemente, a todas horas pero, ¿a la hora de una elección los sentimientos y emociones deben ser apartados? ¿Constituyen una barrera para llevar a cabo el ejercicio? ¿Debemos escoger siempre lo que es verdadero, lo que es cierto, o es necesario hacer uso a veces de una mentira? ¿Por qué tendemos a clasificar las mentiras en buenas y malas, si todas son mentiras? ¿Qué es realmente lo bueno y lo malo?


Muchas son las cuestiones que surgen en cuanto a este tema, en cuanto a la elección, pero es algo inevitable, que nos configura al mismo tiempo y nos va determinando. Debemos entender que la toma de decisiones es un proceso continuo para lograr así abrir nuevas puertas que nos permitirán tomar nuevas decisión y elegir mayores y mejores alternativas. 


3 comentarios:

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  3. En el caso de las mentiras, quizás podamos tomar, como bueno aquello que no hace daño. Una mentira piadosa sigue siendo una mentira, pero como tú has dicho, ¿hay siempre que decir la verdad? Decir depende no vale, pero, ¿acaso es la misma situación que a un niño de 5 años se le haya muerto su padre y decirle que se fue de vacaciones, que decirle a tu madre que te va bien en los estudios cuando no haces más que suspender?
    Dicho esto, también vuelvo a repetir una de tus cuestiones: En cuanto a ¿Hay mentiras buenas y malas? Son mentiras pero no tienen el mismo fin, una es engañar y la otra es proteger. ¿Por qué no matizar con diferentes nombres mentiras con finalidades distintas?

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