miércoles, 15 de octubre de 2014

Nuestra realidad

Los seres humanos somos expertos en creer la afirmación que es más fácil de aceptar para nosotros. Queremos creernos que somos libres, que tenemos capacidad de elección, que lo que sabemos es lo verdadero, que no vivimos tan engañados como algunos dicen. Preferimos vivir en una ilusión que afrontar el vasto desierto de ignorancia que es la realidad para nosotros. Cuando se nos plantea la hipótesis de que seamos cerebros en una cubeta, siempre hay ojos en blanco y resoplidos. La posibilidad de que lo que percibimos no es lo real nos asusta, tanto que nuestra mente tiende a calificar teorías como estas de 'tonterías' o 'juegos mentales'.
Pero no lo son, o al menos podrían no serlo.
Nunca podremos saber si todo lo que nos rodea es una ilusión creada por ordenador. En 'El mundo de Sofía' (perdón por el spoiler), los personajes descubren al final que son eso, personajes en un libro, producto de la realidad de un autor que a la vez es un personaje de Jostein Gaarder.
Quizá nosotros seamos personajes de una simulación, quizá vivamos en una especie de Matrix extraño. El asunto es que nuestra realidad se limita a lo que percibimos. Sabemos, gracias a los científicos, que no percibimos todo lo que nos rodea, pero ¿y si ese 'todo' no es más que un conjunto de unos y ceros en un ordenador? No tendríamos ninguna manera de saberlo, sería absolutamente imposible. 
Y ahora viene la pregunta clave:
¿Podría esta ilusión considerarse una forma de conocimiento?
Bien, yo diría que en cierta manera sí. Me explico. Comparemos el mundo en el que vivimos con un juego de ordenador extremadamente detallado en el que nosotros somos los personajes, que interactúan y forman parte de la simulación. No tenemos manera de saber nada sobre lo que hay fuera de los píxeles que conforman nuestra existencia, pero somos capaces de investigar sobre las reglas del juego (por ejemplo, la gravedad), de crear y conocer elementos de nuestras culturas, de sentir cómo nos enamoramos y de hacer amigos y tener una familia...en definitiva, somos capaces de conocer cosas sobre nuestra propia realidad, aunque esta no sea la realidad...real.
Y sí, decir que conocemos la realidad como si hablásemos de la totalidad de lo que existe es, en cierta manera, una forma de autoengaño, pero, en verdad, lo que importa en el día a día es nuestra realidad, y el hecho de que puede que no sea más que una ilusión es inquietante, pero se ve que los seres humanos podemos vivir con ello.
Para rematar, añado que, aunque yo soy la primera que elegiría la pastilla roja porque me puede la curiosidad y las ganas de conocer, no culparía a nadie de querer elegir la azul. Es cuestión de prioridades, y no es justo juzgar a las personas por no elegir sacrificar todo lo que tienen por conocer la verdad.

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