Con la entrega de Premio de Ensayo Bento Spinoza, los alumnos del Rosalía de Castro hemos tenido la oportunidad de presenciar un pequeño discurso del autor del ensayo ganador de este año, La ética de la crueldad, por José Ovejero.
Su charla fue breve pero interesantísima, y me gustaría destacar una de las frases que el autor utilizó hablando de su obra. No recuerdo las palabras exactas que utilizó, pero el mensaje era el siguiente: es mejor la desesperación a la esperanza.
Como ejemplo de esto nos habló de la cultura americana. El "think possitive", el "yes, we can", el "just do it". Nos habló de como la esperanza perjudica al ser humano, porque es un sentimiento que solo puede llevar a la decepción y el dolor. Y en mi opinión, tiene razón.
A todos nos han pintado la cultura americana como una meritocracia, en la que el esfuerzo es la única clave del éxito, en la que debes trabajar y trabajar para lograr "triunfar". El conocidísimo "sueño americano". Empezar en un entorno pobre o con menos recursos para acabar el la cima. Decenas de programas en la televisión te hablan de aquellos que lo lograron. Y eso incentiva a una población deseosa de un status a trabajar, a esforzarse, a producir. Pero todo esto es un espejismo. Es falso. No se trata de una meritocracia. Los que nacen ricos mueren ricos dejándole su fortuna a sus hijos que han nacido ricos y morirán ricos, y los que han nacido pobres morirán pobres dejándoles nada a unos hijos que han nacido pobres y morirán pobres. Así de simple. "Eh, eso no es cierto, porque ¿no has escuchado la historia de...?". Ah. Ahí está. La excepción. La esperanza. Esa luz brillante y lejana que perseguimos sin descanso día y noche recorriendo cada centímetro de la tierra, sin darnos cuenta de que estamos intentando tocar el sol. Claro que algunos lo lograron. Pero dame porcentajes. ¿Un uno por ciento? ¿Un dos? ¿Un tres? Y mientras tanto, el 98% restante se desloma trabajando y produciendo para una sociedad capitalista que solo quiere a una población que trabaje y produzca. Y con esa producción se llenan los bolsillos de los más ricos, que perpetuarán ese status mientras puedan, a la vez que padres con menos recursos envían a sus hijos a carísimas universidades para que tengan "un futuro mejor". He ahí el problema de la esperanza, se puede utilizar para controlar a las personas, para manipularlas.
No por muy fuerte que sueñes algo se te va a cumplir, nos decía Ovejero. Y tiene razón. Hay que ser realistas. Intentar luchar por tus ideales imposibles no pensando que los vas a lograr, sino teniendo en mente que eso es lo correcto y es lo que debes hacer. La vida se trata más del camino que del objetivo, y el objetivo es esa chispa de esperanza que hace que te pierdas en todo lo demás y que te conviertas en alguien fácil de controlar. De hacer obedecer. De convertir en otra máquina más de este peligrosísimo círculo sin fin que es el capitalismo.
Y, para finalizar, Calderón de la Barca lo dijo mejor que yo:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
De acuerdo. Pongamos por caso que acepto tus bases. El rico nace rico y muere rico, el pobre ídem y así por los siglos de los siglos. Dejando a un lado que este sistema no contempla en absoluto la movilidad, el cambio que caracteriza al ser humano, ni su ansia de mejorar, de querer situarse por encima, incluso, de sus posibilidades, ¿cuál es tu propuesta?¿Trabajar por trabajar, porque es lo correcto? Eso es otorgarle al orondo cerdo detrás del escritorio, con el puro en la boca y retozando en su cómodo sillón, la llave de tus esposas, que tu mismo te has colocado, cómodamente, con ayuda de tus ideales, tildados de imposible.
ResponderEliminarEn absoluto. La esperanza y nuestras aspiraciones son lo que nos mantiene activos, pero también tenaces. Capaces de ser productivos no porque sea lo que se espera de nosotros, ni nos vaya a facilitar la vida (o al menos no nos acarree problemas), sino planteándonos cada día si lo que vamos a hacer es lo que consideramos que ayudará a que nuestra situación mejore, para poder no solo llevar a cabo lo que queremos; también, a largo plazo, intentar ayudar a otros que estén en nuestro anterior contexto, o en uno incluso peor.
Es por esto que no coincido en absoluto con tu visión (a mi entender) pesimista de las cosas. No podemos dejar que se nos coloque el bozal en la boca y la cadena en el cuello, y estar felices por poder caminar a lo largo y ancho del círculo que nos ha confeccionado (porque lo es), nuestro dueño. Debemos afrontar el mundo con actitud positiva, sabiendo que lo que hacemos tiene un motivo, y nos reportará los máximos beneficios posibles. Por eso hemos de creer en el buen funcionamiento de la meritocracia: nuestro trabajo y esfuerzo nos llevará (en la medida del grado), a donde nos propongamos. Obviamente, en una situación de justicia, libre de enchufismo y tráficos de influencias. Y en el caso de que estos entornos no existan o estén contaminados, trabajar aún más duro para poder modificarlos, sin restar nunca atención a nuestros orígenes.
No olvido el fracaso. Lo contemplo como una de las posibilidades que desencadenan nuestras acciones. Es difícil no temerlo, y no siempre se aprenderá de él, pero lo más importante es no dejarse avasallar, y no rendirse. Porque si no, sí estaremos irremediablemente hundidos.
Ya en el primer párrafo demuestras que no has entendido lo que he querido decir. Trabajar, trabajar y trabajar es lo que HACEMOS AHORA, con el sistema capitalista. Trabajamos para mantener a una casta económica muy superior a la nuestra que nos hace creer, a nosotros, igenuos de nosotros, que tenemos oportunidad de triunfar. Mantienen una clase media a la que le conviene mantener un sistema injusto para conservar un nivel de vida que tienen, y por eso no se molestan en cambiar el sistema vigente. No es pesimismo. No estoy hablando del peor de los casos. Estoy hablando de la REALIDAD. De lo que pasa. Este sistema del que te hablo, es el que hay. Es realismo.
EliminarPara escapar de este sistema no hay que doblegarse ante el sistema y trabajar y trabajar. Ahí es donde todos tus argumentos caen. Para escapar de este sistema hay que hacer lo que se hace para escapar de todos los sistemas: ser un antisistema. Buscar alternativas. No darle dinero a empresas que ya tienen demasiado. Ayudar al pequeño comercio, a los trabajadores. Ir en contra de las multinacionales, estar dispuesto a sacrificar el estilo de vida que la sociedad te ha metido en la cabeza que es el único posible. Internet es una gran herramienta para buscar estas alternativas. Comercia con algo que no sea tu dinero, comercia con tu tiempo, con algo que hayas hecho tú, con algo que no necesites. No tires lo que no te haga falta, no tires lo que esté roto; arréglalo. Eso es ser un antisistema en el capitalismo, y esta es la única forma de escapar del orondo cerdo detrás del escritorio. La esperanza está bien si no se utiliza como arma para manipularte.
Y desde luego si lo que sacaste en limpio de mi texto fue lo que expones en el primer párrafo lo has interpretado todo mal.
Ante todo, aclarar que mi interpretación ha sido del todo errónea. Daba por sentado que ambos aceptábamos que sin un sistema capitalista de libre iniciativa en el que la libertad del trabajador es lo que prima, todo se va al garete. Por supuesto, tienes razón: si no compartimos criterios, cualquier cosa que me transmitas no la entenderé desde el punto de vista desde el que me la quieres mostrar.
ResponderEliminarPor lo tanto, una vez creo comprender esos puntos, paso a rebatirte. Primer aspecto: ¿tu alternativa a trabajar es…? Si no debemos trabajar para impedir que tu “casta” siga por encima de nosotros en la pirámide social, ¿qué tenemos que hacer? Porque (corrígeme si me equivoco) no hay muchas maneras de salir adelante, comprar comida, ropa, en fin, esas cosas que necesitamos para vivir, sin dinero. Y el dinero no crece en los árboles. A lo mejor los pequeños comerciantes te regalan sus productos, lo desconozco, pero me parecería extraño. Esto me lleva al segundo aspecto. El pequeño comercio puede producir productos de relativa necesidad en una sociedad primermundista. He visto tiendas de comida (vale, lógico), zapatos artesanos (normal, son necesarios), y cosméticos hechos con productos naturales, certificado de medioambientalmente sostenible incluido (esto ya se me hace un pelín más raro). Pero hasta el momento nunca he entrado en un ultramarinos a pedir ibuprofeno, porque eso queda más allá de las posibilidades del tendero. Se me hace difícil imaginar a mis amigas soportando la dismenorrea a base de hierbas e infusiones. Con esto no pongo en duda los aspectos positivos que puede tener (y no dudo durante un segundo que no sea así) fomentar el pequeño comercio y las tiendas tradicionales, porque se ayuda al fomento de la iniciativa personal, y seguramente muchos más aspectos económicos de los que no tengo todo el conocimiento que me gustaría. Pero de eso a intentar depender exclusivamente de ellos hay una diferencia abismal. Antes puse el ejemplo de los medicamentos, pero los automóviles, televisiones, edificios e incluso el propio ordenador desde el que te respondo son perfectamente válidos. Finalmente, el último punto que quiero sacar a relucir es lo que intenté expresar en mi anterior comentario. La esperanza como motor de la mejora no solo me parece importantísima, sino absolutamente necesaria. A día de hoy y siempre. No podemos marcar un sistema con el sello de “inútil” porque actualmente funcione mal o esté en malas manos. Debemos hacer todo lo que podamos para mejorarlo. Por supuesto, si lo creemos necesario. Si nos rendimos antes de intentarlo por la inmensidad de lo que queremos cambiar, evidentemente no va a funcionar. O si derrumbamos todo lo que hemos hecho hasta ahora para levantar un castillo de naipes a nuestra medida sin haberlo compartido con los demás, vendrá una ráfaga de viento en cualquier momento, y adiós.
A mi manera de ver, opino que debemos darle una patada al cerdo y sentarnos en su sillón, que conlleva una gran responsabilidad, y solo podemos hacerlo si estamos concienciados de ello. Con esto quiero decir que el capitalismo en sí no es malo. Puede tener fallas, y estar corrupto, y todo eso, pero es un sistema que nos ofrece una calidad de vida inmensamente mejor a cualquier otra.
Claro que no conoces una alternativa. Claro que para ti no hay otra opción que ajustarse al sistema. Desde luego. Has sido criado totalmente dentro y pensar diferente, cuesta.
EliminarComprando en pequeños comercios, buscando alternativas naturales y evitando las muntinacionales, el cerdo se muere de inanición. Se puede vivir en una sociedad no globalizada al 100%. No es imposible. Yo me he criado en una familia que en muchos casos ha buscado la anternativa, lo distinto, he podido crecer con la idea de que hacer algo distinto es viable. Se puede favorecer a los autónomos antes que a las grandes compañías yendo a comprar a un pequeño restaurante antes que a McDonalds. Se puede hacer tu pequeña gran contribución para acabar con esta injusticia SIENDO EL CAMBIO.
Y si tu solución para acabar con el cerdo es convertirte en él, seguimos en las mismas.