Los
individuos que nos enfrentamos al conocimiento debemos ser
conscientes de nuestras limitaciones y capacidades, marcadas por la
madurez, por las habilidades con el lenguaje, por las respuestas ante
estímulos, por la capacidad de trabajo o física o, incluso, por
ciertas patologías. Como esto no sucede durante la incursión en
nuestro sistema educativo debido a la corta edad, considero oportuno
que sean los psicólogos los que lleven a cabo esta tarea. Es
necesario conocer tales destrezas para hacer posible una óptima
recomendación sobre el tipo de educación, ayudando en aquellos
ámbitos en los que uno presente problemas y potenciando las
habilidades que posea. Desde luego, es económica y humanamente
imposible individualizar la enseñanza, pero la solución tampoco es
limitarla al logro de un único y común objetivo que, en la
actualidad, supone (para la mayoría de los estudiantes) alcanzar la
media que marca la entrada a la carrera de ensueño. A día de hoy,
existen teorías que separan la “obsoleta” inteligencia unitaria,
que agrupa diferentes capacidades específicas, en múltiples
inteligencias:
Inteligencia
lingüístico-verbal:
permite un habla y una escritura favorables, que deben ser
potenciadas mediante debates, presentaciones, escrituras y lecturas.
Inteligencia
lógico-matemática:
permite una rápida resolución de problemas abstractos y un mejor
razonamiento inductivo y deductivo. Estas capacidades han de ser
impulsadas con el uso del cálculo mental o de juegos matemáticos.
Inteligencia
espacial:
posibilita
la percepción de imágenes externas e internas, transformarlas o
modificarlas. Juegos de construcción o diseños de mapas y gráficos
permiten mejorar sus destrezas.
Inteligencia
naturalista:
gran habilidad
para observar, identificar y clasificar a los miembros de un grupo o
especie, aplicable a cualquier ámbito del saber. Las pruebas de
diferenciación desarrollarán estas destrezas.
Inteligencia
musical:
La
sensibilidad, el ritmo, tono y timbre se asocian con ella. Tanto
cantar, como tocar instrumentos o escuchar música son beneficiosas
para una evolución favorable.
Inteligencia
corporal:
correcto empleo de todo el cuerpo para la expresión de sentimientos
e ideas o gran felxibilidad, velocidad, coordinación...resultado de
la práctica de deportes, actividades manuales o corporales
referentes a la expresividad.
Inteligencia
intrapersonal:
capacidad de tomar decisiones y asumir responsabilidades, que implica
una adecuada reflexión, autocomprensión y autoestima, además de
capacidad de trabajo. Prácticas como la meditación o la realización
de proyectos individuales acrecentan tal inteligencia.
Inteligencia
interpersonal:
capacidad de empatizar con los demás, adoptando una sensibilidad
especial para entender
y responder
(como es el caso de los docentes de mayor renombre).
Todos
los seres humanos gozan, explica Howard Gardner (autor de esta
teoría), de las 8 inteligencias, pero en mayor o en menor medida.
Una
vez hecha la división, queda en manos de los psicopedagogos orientar
a cada individuo por una de las sendas que mejor encajen con el tipo
de inteligencia y desarrollar las habilidades pertinentes. No por
ello se ha de evitar todo conocimiento ligado, en mayor grado, a
otras inteligencias, sino adquirirlo desde la propia, esto es,
asimilarlo mediante actividades relacionadas con nuestras destrezas.
Pongo por ejemplo el caso de un estudiante (o una, por supuesto, pero
el lenguaje hace que el término masculino sea a menudo el genérico)
que presenta una gran dificultad resolviendo problemas abstractos
frente a una pasmosa facilidad para el dibujo. El tronco, el pilar
principal del método de enseñanza que reciba tiene que estar,
entonces, basado en la inteligencia espacial, que debe poder ligar a
esta los conocimientos básicos, pertenezcan al desarrollo del tipo
de inteligencia que pertenezcan. Así, el punto de partida educativo
no se vería condicionado por las capacidades que más relevancia
tienen en nuestro sistema pedagógico, ya que el objetivo que
pretenden alcanzar todos los pupilos es el de asumir conocimientos
con el fin de progresar personal, profesional y socialmente. No
hablamos de exclusividad u obligación, hablamos de aprender de
manera más sencilla y adecuada.
Llegada
una cierta edad (no está en mis manos establecer cual, y tampoco
considero justo establecer una, como se hace con la mayoría de edad,
que es igual para todos) y alcanzado un necesario nivel de formación,
el individuo es plenamente libre de decidir si realiza una actividad
relacionada con la inteligencia potenciada, lo cual sería
socialmente lógico y positivo, o emprender una que no tenga
demasiada relación, para la cual habrá sido igualmente preparado,
aunque debe ser consciente de que no muestra las mismas habilidades
potenciales que otros individuos de la rama en la que se pretende
introducir. La base principal de esta idea es un conocomiento global
integral equitativo (eso de la “cultura general”), el cual se
alcanza por medio de diferentes habilidades, que sienta las bases de
una posterior especialización. Resumiendo, usar los puntos fuertes
de cada uno (que por necesidad han de dividirse en 8 grupos, ya que
la individualización aquí es imposible) y desarrollarlos para
adquirir conocimientos.
JOSÉ RODRÍGUEZ VILAS, 2ºBI
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