miércoles, 28 de enero de 2015

Discordias.

El lunes 26, los alumnos de 1º de Letras tuvimos la oportunidad de pasar la mañana asistiendo al sonado juicio de Manuel Fernández Castiñeiras, el supuesto ladrón de el Códice Calixtino, además de catorce facsímiles y muchísimo dinero de la catedral de Santiago. También se juzgaba a su mujer y a su hijo. Aparte de una oportunidad única para los que tenemos pensado hacer Derecho, la experiencia constituyó una buena fuente de reflexiones sobre cómo sabemos lo que sabemos, en éste caso para tomar una decisión de tipo jurídico: condenar o no a estas personas.

La manera en la que funcionan los juicios, como supongo que la mayoría de vosotros sabréis, es la siguiente: por un lado está la fiscalía, que acusa la persona que supuestamente ha llevado a cabo el crimen; por otro, la abogacía, que defiende al acusado. Cada parte tiene derecho a pedir pruebas y llevar testigos. Por último, los magistrados tienen el trabajo de decidir, al final del juicio, si el acusado es inocente o culpable y, en caso de que sea culpable, la pena que debe cumplir.

Esta necesidad de dos partes que defiendan puntos de vista opuestos se conoce en Derecho como 'principio de contradicción', y se usa para que el tribunal pueda mantener un punto de vista imparcial.
El principio de contradicción es una manera muy bien construida de llegar a la verdad, no sólo en los juzgados sino en cualquier argumentación. Tendemos a pensar que esto sólo es necesario en los debates, pero una razonamiento que sólo reconoce el punto de vista de la persona que razona no es solamente poco completo, sino demasiado parcial y a menudo poco realista. Necesitamos entender el punto de vista de las ideas opuestas para rechazarlas, los famosos ejemplos y contraejemplos de los que tanto se habla. Además, si sólo usamos el punto de vista que nos interesa acabaremos obcecados y, cegados por lo bien que nos suenan nuestras propias ideas, no podremos ampliar nunca nuestro conocimiento ni encontrar un punto medio que, a menudo, es la mejor solución a los problemas.

Mi pregunta es ¿hasta qué punto pueden ser aceptadas ciertas ideas? Por supuesto, no creo que ninguno de nosotros acepte ni tolere el "punto de vista" de una persona que diga, por ejemplo que "con Franco nos iba mejor" pero ¿podemos entender esas ideas sin justificarlas de alguna manera? ¿Deberían ser rechazadas sin intentar entender su origen?

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