miércoles, 21 de enero de 2015

La muerte en Venecia, Thomas Mann





“Pero se diría que nada embota tan rápida y radicalmente las capacidades de un espíritu noble como la amarga y sutil fascinación del conocimiento; y es un hecho que, por melancólica y concienzuda que sea, la escrupulosidad del adolescente queda minimizada si se la compara con la sólida resolución del hombre que, dueño al fin de sí mismo, decide negar el saber y lo rechaza, prescindiendo altivamente de él en la medida en que amenace con paralizar, entorpecer y deshonrar la voluntad, la acción, el sentimiento e incluso la pasión.”

A partir de este fragmento de La muerte en Venecia, obra que estamos leyendo el Literatura Universal, son numerosas las cuestiones que se nos  pueden plantear. Yo os invito a reflexionar sobre las siguientes: 

¿Por qué si el conocimiento es  “bueno” supone una amarga fascinación como se menciona en el fragmento? ¿Por qué este había de suponer un problema, incluso dolor? 

¿Debemos y podemos negarnos a algo tan esencial como el saber,  el aprender? ¿Debemos aprender solo aquello que nos agrada, que nos facilita las cosas y apartarnos de aquel aprendizaje que puede suponer una dificultad?

1 comentario:

  1. Sí, es cierto que el conocimiento en sí mismo no tiene un carácter maléfico, acaso que una persona se lo dé. Pero en lo que expresa el autor en este fragmento, a mi parecer, es como el saber y el aprender procedimientos pautados, hace que nos guiamos por ellos sin pararnos a cambiarlos o mejorarlos. Como si el ser humano sólo se guiase por sus conocimientos previos, sin ningún ánimo de alcanzar nuevos objetivos o renovaciones. Lo que relata el autor, es que las personas adultas son más resueltas a la hora de dejar atrás lo aprendido, con el fin de hallar algo novedoso.
    Por lo cual, no debemos eliminar el conocimiento, y mucho menos olvidarnos de él. Primero porque sería absurda una vida sin conocimiento en absoluto, ya que aprendemos de casi cualquier situación de nuestra vida. Por ejemplo si nos quemamos, entendemos que no debemos tocar el fuego, por lo tanto algo así de simple ya es un saber. Y segundo, porque sin tener unas bases no podemos ni romper las dichas reglas, ni tampoco cambiarlas a mejor. Hay que tener un ejemplo del cual observando y probando, se pueda reformar.
    Y en contestación a tu última pregunta, según mi punto de vista y mi interpretación del texto. El autor nos dice que necesitamos crear, y crear es formar nuevos conocimientos. No es fácil en absoluto, pues lo sencillo sería seguir las normas establecidas y nunca tratar de cambiarlas o variarlas.

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