domingo, 24 de mayo de 2015

Derecho a saber qué votamos



   ¿Qué es lo que pasa cuando metemos en uno de esos sobres cierta pepeleta? ¿Y si metemos una rodaja de chorizo? ¿Y si ni siquiera participamos directamente en el acto?
   Es de bien común saber que cuando pones la papeleta de "x" partido les cedes tu voto, pero no está tan extendida la realidad de lo que suponen las demás situaciones. Es más, no es de extrañar que entre el voto en blanco, el voto nulo y el no votar, parte de la población desconozca por completo las posibles consecuencias de cada uno (consecuencias en un sentido de actos-consecuencias, sin ningún tipo de connotación negativa).
   He seleccionado este fragmento de una noticia de La Voz de Galicia, escrita por Gabriel Lemos, en la cual aparecen redactadas de forma clara y concisa, incluyendo los ejemplos pertinentes, lo que supone cada una de las distintas opciones.

"En puridad, la ley electoral solo reconoce como válido, al margen del otorgado a alguna de las candidaturas, el voto en blanco, que es aquel «sobre que no contenga papeleta». El votante se toma la molestia de ir al colegio electoral pero, una vez allí, introduce en la urna un sobre vacío. Se considera que, con este gesto, el votante manifiesta que, pese a su interés por participar en las elecciones, no encuentra entre las candidaturas ninguna que satisfaga sus expectativas.
El voto en blanco es, además, el único sufragio de protesta que tendrá efectos en el reparto final de concejalías ya que, al considerarse válido, se suma a los obtenidos por los diferentes partidos para determinar el umbral mínimo a partir del cual se puede obtener representación. En las municipales se precisa al menos un 5 % de los votos para lograr representación en una corporación municipal. Así, en una localidad en la que se hayan emitido 10.000 votos a candidaturas, el mínimo para obtener concejal se situaría en 500 papeletas. Pero si hay además 300 votos en blanco, el listón se fijaría en las 515. Una diferencia que puede parecer irrisoria pero que puede ser determinante para que una formación se quede fuera de la corporación, por lo que existe cierto consenso en que el voto en blanco perjudica especialmente a los partidos minoritarios.
Causas de nulidad
El otro sufragio de protesta es el voto nulo. Se considera así el emitido en un sobre o papeleta no oficial o la papeleta que se introduce sin sobre en la urna o que contiene tachones, mensajes o «cualquier otra alteración de carácter voluntario o intencionado». También se considera voto nulo el sobre que contenga papeletas de diferentes candidaturas, aunque si son todas de la misma se computará como un único voto válido.
Los nulos no influyen en modo alguno en el reparto de concejalías, puesto que al no ser válidos no se suman. Es un voto gamberro, de descontento, pero sin ningún efecto electoral salvo en aquellos casos en los que sea involuntario, por un despiste del votante que quería dar su apoyo a alguna de las candidaturas en liza.
Y luego está la abstención. Aquel elector que decide quedarse en casa. También sin ningún efecto. No solo porque las elecciones son válidas con independencia de la participación que se registre, sino porque es casi imposible realizar una lectura política, pues no se puede determinar que lo haga por descontento con las candidaturas, con el sistema electoral o, simplemente, porque está enfermo."
Redacción / La Voz, 24 de mayo de 2015. Actualizado a las 11:55 h.

   Como se acaba de aclarar, tan solo el voto en blanco tiene efecto directo sobre el reparto mismo de las concejalías, así como de los distintos puestos a ofertar en las distintas elecciones. Pero a diferencia de ello, es relativamente común atacar a aquellas personas que decidan no presentar un voto con argumentos de tipo "si no votas te acabarán quitando el voto" o "si no votas vas a ayudar a los grandes partidos, así que vota en blanco, que es la mejor opción". Estas son ejemplos de frases infecciosas, sí, infecciosas. ¿Qué quiero decir con ello? Que al igual que cualquier molécula bajo esta característica, poco a poco la voz y las ideas erróneas transmitidas llegan a más personas, ejerciendo (con los motivos que sean) la incubación de ellas en los demás. Con ello se logra a base de mentiras y posibles errores conceptuales una gran presión en aquella parte de la sociedad que considere no votar.

  Nuestro ser ciudadano nos compromete a participar en la política, en una política de juzgar y valorar todo aquello que nos afecte a nosotros mismos y a la propia comunidad. Pero antes de ello, en acciones como las elecciones, tenemos el deber y a su vez el derecho de conocer todo tipo de efecto en las diferentes posibilidades que se nos oferten. 


   Por otra parte, es interesante tratar las diferencias sociales entre ellos. Cuando alguien decide no votar, por los motivos que sean, supongamos que por desconformismo del sistema o de las candidaturas presentes, su decisión sí va a ser visible, al igual que el porcentaje de votos a cada partido, en el porcentaje de abstención. Y este porcentaje no entra de forma directa en aquellos de las votaciones, pero sí es tratado por todos los telediarios, el acto de no votar sí tiene visibilidad social. A diferencia de él, el voto en blanco apenas goza de visibilidad, y por lo general pasa desapercibido. Al igual que el voto nulo, el cual no tiende a aparecer en ningún tipo de informe porcentual.
   Este aclaración va con la intención de evitar errores en las votaciones a aquellas personas que por cualquier motivo deseen visibilidad en su voto fuera de cualquier partido político, a mayores de no contribuir de forma directa con ninguno de ellos (como sucedería con el voto en blanco).

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