Manzanas
Manuel Vicent
La inteligencia humana se ha movido simbólicamente en torno a
tres manzanas. Primero fue la manzana del paraíso que la serpiente ofreció a
Eva. Si coméis el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal seréis como
dioses. El texto original en hebreo se fue adulterando al pasar por diversas
traducciones del griego al latín. Se supone que la serpiente ofreció a Eva una
propuesta hacia el conocimiento, pero el cristianismo adoptó una acepción
equivocada de manzana, malum en latín, y transformó en pecado lo
que en la lengua original se exponía de manera positiva y liberadora. La
religión católica ha seguido interpretando la pérdida del paraíso como castigo
ejemplar frente a la teoría de la evolución. La segunda manzana fue la que,
según la tradición, le cayó a Newton en la cabeza y le impulsó a desarrollar la
ley de la gravedad, llave de la física moderna, que ha permitido que una sonda
espacial haya llegado a Plutón después de recorrer 5.000 millones de
kilómetros. La tercera manzana preside hoy la empresa más exitosa de nuestro
siglo. Apple muestra con orgullo su logo universalmente conocido, una manzana
con un pequeño mordisco cuyo significado alude de nuevo a la liberación que
proporciona el conocimiento.
La nueva Ley de Educación perpetrada por el
infausto ministro Wert equipara las manzanas de la física y de la informática
con la manzana del paraíso, que solo es fruto de un cuento mágico, paradigma de
la culpa de la inteligencia, origen de todos los males. La enseñanza de la
religión como asignatura favorecida y evaluable pone a Eva al mismo nivel de
Newton y de Alan Turing, padre de los nuevos ordenadores. Pero hoy la serpiente
diría a los alumnos: si mordéis esta manzana de Wert no seréis como dioses.
Seréis expulsados del paraíso de la ciencia y vuestro cerebro seguirá siendo
corroído y manipulado por la superstición
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