jueves, 22 de octubre de 2015

Mis primeros pensamientos sobre la muerte.

Recuerdo que no había muerto ningún familiar cercano recientemente, y siete años después, la situación sigue igual. El pensamiento de que me iba a morir simplemente apareció, y con él vino la angustia, pues no quería que mi vida acabase repentinamente. No me duraron demasiado esas preocupaciones, simplemente las olvidé y las substituí por otras nuevas, como la de que mis familiares iban a morir. Esa cuestión sí que me angustiaba, imaginar lo que sería vivir sin mis padres o estar presente en sus muertes era lo que más me inquietaba por aquel entonces, y como aparecieron, esos pensamientos también se fueron. En realidad ahora ni vienen a mi cabeza, total, entristecerse por cosas que ocurrirán, lo querramos o no, es un tanto desesperante. Aunque algunos digan que la muerte nos ayuda a pensar de manera positiva sobre la vida, es imposible valorar más tu vida o pensar en todo lo que te queda por hacer antes de que llegue, ya que la muerte es tan impredecible, tan natural y tan inevitable, que no solemos pararnos a pensar en ella. La vemos tan lejana que obviamente no decimos: "Voy a tratar de vivir mi vida lo más felizmente posible y a hacer todo lo que pueda antes de que se acabe". Es inevitable pensar en la muerte, pero igual de inevitable es dejarla a un lado y seguir adelante como si no pudiera ocurrir en cualquier momento.

Alejandra Fernández Iglesias 1ºBACH E

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