Las nuevas tecnologías que
desbordan nuestras vidas y la ampliación del alcance de los medios de
comunicación han llevado a que la esfera política sea asunto de cada día,
además de cuestionado y comentado por todos los ciudadanos. El sistema político
instaurado en España desde el inicio de la transición democrática en el año
1975 es la democracia, que defiende la soberanía del pueblo a la hora de tomar
decisiones y su derecho a elegir aquellos que los gobiernan. Esta nueva
situación histórica y política hace que: se haya ampliado la esfera pública y
su influencia, se hayan alcanzado una serie de libertades públicas de expresión
de ideas y haya surgido la posibilidad de argumentar sobre aquello que nos
concierne.
La ampliación de la esfera
pública a todos los ciudadanos fue llevada a cabo durante el siglo XX, su
desenvolvimiento está asociado con el desarrollo de las tecnologías además de
con transformaciones sociales de gran envergadura. Esta ampliación además de
modificar forzosamente la estructura de los medios de comunicación y las formas
instituciones de opinión pública, ha generado nueva problemática propia de las
sociedades contemporáneas. La información que estos medios nos hacen llegar, es
indispensable para la formación de la opinión y para la constitución de una
voluntad general asentada en la deliberación racional en la esfera pública. La
libertad de prensa se ha constituido como uno de los principales logros de la
libertad de expresión en los Estados democráticos.
La esfera pública no se ha visto
modificada exclusivamente por la admisión de agentes civiles antes excluidos,
sino también por el escenario virtual y transfronterizo que inunda nuestras
vidas.
Por todo esto, se han generado
las llamadas democracias mediáticas, en las cuales las información se ha
convertido en poder además de en un bien preciado y cotizado. Nuestras
opiniones políticas se ven tremendamente influenciadas por los titulares de
prensa y los títulos del telediario. La parte grave de este asunto es que todos
estos mecanismos de comunicación y propaganda están sustituyendo los
procedimientos democráticos de elaboración de la opinión pública, del interés
general o de funcionamiento de los ámbito legislativo, judicial o
gubernamental.
Hagámonos una pregunta: ¿ la vida
política de nuestros estados democráticos sería la misma de no ser por los
medios de comunicación?
Está más que claro que el
desenvolvimiento político de nuestros países no sería el mismo de no ser por
todos esos titulares que leemos cada día, los informativos o las redes
sociales. ¿Habrían sido igual de polémicas las elecciones estadounidenses de no
ser por los polémicos tweets de Trump, o sino hubiesen sido filtrados los
correos que Hillary mandaba desde su puesto de trabajo?.
¿Realmente estamos siendo
informados como ciudadanos o estamos siendo consumidores de toda esta “información”?
Aunque para nosotros parezca algo
todavía lejano o ajeno, deberíamos pararnos a pensar si queremos ser
considerados como una simple masa a la cual se puede guiar e influenciar en
función de los intereses de unos pocos, o como los ciudadanos que deciden por
ellos mismos. Debemos exigir una información objetiva y clara, que nos permita
decidir y pensar por nosotros mismos.
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