miércoles, 3 de enero de 2018

¿Forma la sociedad el machismo o el machismo es formado por la sociedad?

¿Te enseña la sociedad a ser machista? Creo que una vez planteada esta pregunta, es importante aclarar el concepto de patriarcado. El patriarcado es una forma de organización social en la que la autoridad es ejercida por el varón jefe de cada familia, es decir, un patriarca. Puede que esto suene un poco distante, pero en realidad vivimos en una sociedad patriarcal, en la que la voz de un hombre susurrando se escucha más que la de una mujer gritando con todas sus fuerzas.
Posiblemente, tú, lector, no te consideres una persona machista pero, ya seas hombre o mujer, todos nos comportamos de manera opresora hacia las mujeres. Lo llevamos en las venas. Desde el lenguaje que usas, hasta lo que esperas de una mujer y de un hombre. No es tu culpa, en serio. Vivimos en una cultura donde el hombre se caracteriza por su masculinidad, por su valentía y fuerza física mientras que las mujeres son débiles (tal y como decía la RAE hasta recientemente) y cautelosas. ¿Acaso no es eso lo que nos enseñan las películas de Disney? Películas donde las princesas aguardan a que sus príncipes las salven. Cabe destacar, aunque no sea este el mensaje principal del texto, que las princesas Disney hacen mucho más que ser salvadas por sus príncipes: Tiana es una mujer negra propietaria de un bar en los años 30 en Louisiana, uno de los estados más racistas de EEUU; Cenicienta escapa de una relación abusiva en su casa; Mulán salva China de los invasores, etc. 

Voy a volver al tema inicial mediante un ejemplo que todos conocemos, y más teniendo en cuenta la época del año en la que estamos: los catálogos de juguetes. Aquí se reconocen a la perfección los problemas de los roles de género tradicionales. Posiblemente la mayoría sepa lo que son los roles de género, pero por si acaso: el rol de género alude al conjunto de normas sociales (o usos sociales) generalmente percibidas como apropiadas para los hombres y para las mujeres en un grupo social dado. Trabajando con el ejemplo dado anteriormente, encontramos los juguetes divididos en categorías. Muchos de estos folletos ya no denominan estas categorías “juguetes para niñas” o “juguetes para niños”, pero están separadas de manera que en las páginas azules sólo hay niños jugando con motos o scalextrics, y en las rosas hay niñas jugando con bebés, cocinas o incluso fregonas. ¿En qué mundo eso no es machismo? ¿Acaso no se dan cuenta las personas que diseñan los catálogos la imagen que están dando? La imagen de que las mujeres deben cuidar a los niños, cocinar y limpiar es algo que viene de años atrás… Pero si en todo este tiempo hemos sido capaces de avanzar tanto en, por ejemplo, la tecnología, ¿cómo es que seguimos teniendo esta actitud tan retrógrada? Claramente hay un problema con la sociedad y su manera de plantearse este asunto.

Me gustaría concluir esta entrada con una cita del filósofo y revolucionario alemán F. Engels: “El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heróicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido retocada, disimulada y, en cientos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida”. A su vez, veo oportuno añadir que es muy triste que una frase del siglo XIX sea aplicable a la situación actual.





Raquel Carballo Romero, 1ºF

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