martes, 20 de febrero de 2018

¿Por qué los razonamientos que incurren en el paso del “ser al deber ser” son inválidos?

          Vamos a tratar una cuestión que ha dado que pensar a no pocas mentes en el ámbito del pensamiento y la ética, se trata en la dificultad argumentativa que supone por el hecho de constatar  el hecho de que algo sea, necesariamente deba ser.
            Es decir, la brecha entre el ser y el deber, o como se la ha querido llamar la “guillotina de David Hume”, filósofo escocés del siglo XVIII que se percató de que mucho se hablaba sobre lo que debería ser partiendo de la base de lo que es; pero sin aclarar que hay una gran diferencia entre lo que podemos decir acerca de lo que es y lo que debe ser. Es decir ¿Cómo podemos pasar de lo que es a lo que debe ser?
            “No puedo dejar de añadir a estos razonamientos una observación que puede resultar de alguna importancia. En todo sistema moral de que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido siempre observar que el autor sigue durante cierto tiempo el modo de hablar ordinario, estableciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre los quehaceres humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en vez de las cópulas habituales de las proposiciones es y no es, no veo ninguna proposición que no esté conectada con un debe o no debe. Este cambio es imperceptible, pero resulta, sin embargo, de la mayor importancia.
            En efecto, en cuanto que este debe o no debe expresa alguna nueva relación o afirmación, es necesario que ésta sea observada y explicada y que al mismo tiempo se dé razón de algo que parece absolutamente inconcebible, a saber: cómo es posible que esta nueva relación se deduzca de otras totalmente diferentes. Pero como los autores no usan por lo común de esta precaución, me atreveré a recomendarla a los lectores: estoy seguro de que una pequeña reflexión sobre esto subvertiría todos los sistema corrientes de moralidad, haciéndonos ver que la distinción entre vicio y virtud, ni está basada meramente en relaciones de objetos, ni es percibida por la razón.” (Hume, David. Tratado de la naturaleza humana.

            Para entender este error de razonamiento podemos poner un ejemplo. Si alguien dice, por ejemplo, que el ser humano “es” por naturaleza egoísta”, es probable que esa misma persona se vea  tentada a concluir que debemos ser egoístas (porque así piensan que “cumplimos” con nuestra naturaleza) . Pero Hume dijo que es precisamente este paso el que no está justificado. Es decir, aunque fuera verdad que fuésemos egoístas por naturaleza (algo, en todo caso, opinable), esto no significa que tengamos un “deber de ser” egoístas, solidarios, agresivos, buenos, o lo que queráis añadir. Otro ejemplo sería el de afirmar que las mujeres son diferentes que lo hombres por lo que deberían tener distintos derechos, o que es natural sufrir dolor cuando nos amputan un brazo por eso sería antinatural realizar operaciones con anestesia.

            Cuando observamos el comportamiento humano es muy frecuente olvidar esta distancia entre el ser y el deber, y decimos que el matrimonio entre personas del mismo sexo es antinatural como si de ello se derivase un juicio moral inmediato. El hecho de que los seres humanos pertenezcamos a la misma especie es un hecho de conocimiento pero que debamos respetarnos no se deduce de este hecho, sino del reconocimiento del valor que tiene renunciar a cualquier forma de racismo.

Dicho esto os formulo la siguiente duda a la que sé que sois muy sensibles:

¿resulta relevante conocer que sufren para juzgar sobre el bienestar y el buen trato a los animales? 

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