Vamos a tratar una cuestión que ha dado que pensar a no
pocas mentes en el ámbito del pensamiento y la ética, se trata en la dificultad argumentativa que supone por el hecho de constatar el hecho de que algo sea, necesariamente deba ser.
Es decir, la brecha entre el ser y el deber, o como se la
ha querido llamar la “guillotina de David Hume”, filósofo escocés del siglo
XVIII que se percató de que mucho se hablaba sobre lo que debería ser partiendo de la base de lo que es; pero sin aclarar que hay una
gran diferencia entre lo que podemos decir acerca de lo que es y lo que debe
ser. Es decir ¿Cómo podemos pasar de lo que es a lo que debe ser?
“No puedo dejar de añadir
a estos razonamientos una observación que puede resultar de alguna importancia.
En todo sistema moral de que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido
siempre observar que el autor sigue durante cierto tiempo el modo de hablar
ordinario, estableciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre
los quehaceres humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en
vez de las cópulas habituales de las proposiciones es y no es, no veo ninguna
proposición que no esté conectada con un debe o no debe. Este cambio es
imperceptible, pero resulta, sin embargo, de la mayor importancia.
En efecto, en cuanto que
este debe o no debe expresa alguna nueva relación o afirmación, es necesario
que ésta sea observada y explicada y que al mismo tiempo se dé razón de algo
que parece absolutamente inconcebible, a saber: cómo es posible que esta nueva
relación se deduzca de otras totalmente diferentes. Pero como los autores no
usan por lo común de esta precaución, me atreveré a recomendarla a los
lectores: estoy seguro de que una pequeña reflexión sobre esto subvertiría
todos los sistema corrientes de moralidad, haciéndonos ver que la distinción
entre vicio y virtud, ni está basada meramente en relaciones de objetos, ni es
percibida por la razón.” (Hume, David. Tratado de la naturaleza humana.
Para
entender este error de razonamiento podemos poner un ejemplo. Si alguien dice,
por ejemplo, que el ser humano “es” por naturaleza egoísta”, es probable que
esa misma persona se vea tentada a concluir que debemos ser
egoístas (porque así piensan que “cumplimos” con nuestra naturaleza) . Pero Hume dijo
que es precisamente este paso el que no está justificado. Es decir, aunque fuera verdad que
fuésemos egoístas por naturaleza (algo, en todo caso, opinable), esto no
significa que tengamos un “deber de ser” egoístas, solidarios, agresivos,
buenos, o lo que queráis añadir. Otro ejemplo sería el de afirmar que las
mujeres son diferentes que lo hombres por lo que deberían tener distintos
derechos, o que es natural sufrir dolor cuando nos amputan un brazo por eso
sería antinatural realizar operaciones con anestesia.
Cuando observamos
el comportamiento humano es muy frecuente olvidar esta distancia entre el ser y
el deber, y decimos que el matrimonio entre personas del mismo sexo es antinatural
como si de ello se derivase un juicio moral inmediato. El hecho de que los
seres humanos pertenezcamos a la misma especie es un hecho de conocimiento pero
que debamos respetarnos no se deduce de este hecho, sino del reconocimiento del
valor que tiene renunciar a cualquier forma de racismo.
Dicho esto os formulo la siguiente duda a la que sé que sois muy
sensibles:
¿resulta relevante conocer que sufren para juzgar sobre el
bienestar y el buen trato a los animales?
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