El burka es realmente una prenda de
vestir que convierte a las mujeres afganas en verdaderos fantasmas y que surge
de las interpretaciones del Corán: “…Di
a las mujeres fieles que bajen sus miradas, y guarden sus partes privadas, y no
muestren su belleza, excepto lo que se desprende de la misma y solo
muestren su belleza a sus maridos,
padres, hijos…” ¿Cómo puede
ser posible que en pleno siglo XXI las mujeres deban llevar esta prenda?
Además de utilizarlo deben seguir
una serie de criterios como: llevarlo al salir a la calle, que le cubra todo el
cuerpo incluidas las manos, o también, que el tejido que les cubra los ojos sea
lo suficientemente tupido, ya que incluso podrían ser maltratadas por llevar
esos agujeros “demasiado grandes”.
Este régimen impuesto por los
talibanes en 1997, no solo se conforma con arrebatar la identidad de las
mujeres, sino que también les prohíben reírse en público, además de no poder
salir a la calle sin la compañía de un familiar masculino directo. Si por
alguna razón, descubren que la mujer lleva las uñas pintadas, el castigo sería cortarle
los dedos.
Algunas mujeres señalan que la obligación
de llevar esta prenda es un trauma, porque es humillante y dificulta además de la
visión, todos los movimientos.
En muchas sociedades el burka está
asociado con la opresión, el terrorismo y las creencias religiosas extremistas.
Ciertos países europeos prohíben
esta prenda, siendo el primero de ellos Francia, en el año 2014. Algunos países
como Dinamarca declaran al respecto que: “…Por un lado tendríamos que
dejar que la gente se pueda vestir como
quiera, pero, por otro, en una sociedad abierta y liberal, la gente tiene que
mirarse a los ojos y encontrarse cara a cara... “
Actualmente en España no está
impuesta esta medida, pero ¿debería nuestro país prohibir el uso de esta
prenda?
Sofía Otero 1ºB
Desde mi punto de vista: no, España no debería adoptar esta prohibición.
ResponderEliminarSi bien coincido en que la manifestación civil de las costumbres religiosas musulmanas se podría tachar de ser radical, extremista o, incluso, de atentar contra la libertad de las personas (en este caso concreto, de las mujeres), no podemos señalar esta privación de libertad si vamos a responder ante ella con otra acción opresora.
Los valores que Europa defiende, o pretende defender, no están acorde con una medida legal en contra de una forma concreta de vestir, y mucho menos en contra de todo un trazo cultural.
Puede que el islam necesite una reforma en este aspecto, pero no creo que la forma de conseguirlo sea sumarse a una especie de genocidio ideológico que pretende aniquilar una costumbre solo por el hecho de no estar de acuerdo con ella.
En mi opinión, que se considere siquiera tomar medidas así contribuye a la desigualdad, al racismo y al odio; que son valores que España, como país avanzado y "primermundista", no debería promover.