“Desperdicia
tu vida si quieres; después de todo, es tu vida, pero asegúrate de que el
objetivo que persigues merece tu sacrificio. No dejes que la gente te meta a
ciegas en ningún asunto.”
Regreso a Berlín, Verna B. Carleton
A
partir de esta cita de Regreso a Berlín,
me planteo unas cuantas preguntas:
¿Estamos
seguros de que estamos haciendo lo correcto con nuestras vidas? ¿Qué objetivo
perseguimos en nuestras acciones? ¿Por qué sabemos que no nos vamos a
arrepentir después de lo que estamos haciendo ahora?
Voy
a introducir algunos casos en los que se pueden aplicar estas ideas.
En
primer lugar, en un tema tan recurrente como es el de los estudios. A nosotros,
como estudiantes, se nos tiene dicho en numerosas ocasiones que es muy
importante nuestro tiempo, y que no debemos desperdiciar la oportunidad que
tenemos de “asegurarnos” un futuro.
En
lugar de esto, uno podría decidir abandonar los estudios y dedicarse a
disfrutar y pasar buenos ratos. El gran inconveniente es nuestro propio
“futuro”. Debemos plantearnos siempre si en el futuro estaremos arrepentidos de
haber tomado las decisiones que nos convenían, o que eran apropiadas en aquel
tiempo, pero nos están perjudicando ahora. Tenemos que tener en cuenta que “la
felicidad de hoy es parte del dolor de mañana”.
Si
perseguimos una meta, debemos asegurarnos de que estamos realmente convencidos de
que es bueno para nosotros, como dice la cita: “asegúrate de que el objetivo
que persigues merece tu sacrificio”.
Por
otra parte, el objetivo del que se habla no tiene por qué hacer referencia al
futuro. Puede llevarse a cabo en el presente, y como consecuencia sacrificar tu
futuro. Esto quiere decir que una persona puede renunciar a una parte de su
vida en favor de algo, y en cuanto desaparece ese “algo”, dar la sensación de
haber estado desperdiciado unos años de su vida.
Por
eso debemos de ser conscientes de todas nuestras elecciones, presentes y
futuras, y cuando optemos por una postura vital, que sea una decisión meditada,
y así nunca nos arrepentiremos de ella.
Podríamos
incluso asociar estas afirmaciones de la cita con el caso de Adolf Eichmann,
comentado en clase de Filosofía, en concreto con el experimento de Milgram, en
el que se probaba la obediencia a las órdenes de una autoridad, incluso cuando
estas órdenes no concordaban con la conciencia moral de los participantes.
¿Por
qué los participantes en el experimento, antes de proporcionar a otra persona
descargas eléctricas, no se planteaban si estaban haciendo lo correcto? ¿No
pensaron en ningún momento en cuál era el objetivo por el que estaban haciendo
eso? ¿Estaban haciendo lo que ellos consideraban correcto o, como dice Verna
Carleton, dejaron que los metieran a ciegas en ese asunto?
Introduzco
entonces esta idea de un objetivo por el que realizamos nuestras acciones, y de la consciencia que todos hemos de tener sobre ellas, e
invito a la reflexión de cualquiera sobre este tema.
Álvaro
AndiónMosquera 1º B - Bach
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