miércoles, 11 de abril de 2018

¿Castigar es educar?

Un niño hace algo que consideramos erróneo, malo, que no nos gusta, o para lo que le hemos avisado previamente. ¿Qué hacer? Pues atendiendo a la norma social,castigarle. Y no solo al estilo educativo imperante entre padres e hijos, sino también al que se lleva a cabo en muchas escuelas: si un niño se porta mal, se le castiga para que modifique su conducta.

Es un método educativo que lleva bastante tiempo formando parte de nuestra sociedad y se ha convertido en algo normalizado,!quién no lo ha visto en una película!

Que sea el método que la mayoría lleva a cabo, que esté en las escuelas y que nos parezca un buen método no quiere decir en realidad que lo sea. Más bien lo contrario: el castigo es un método poco educativo.

Los estudios psicológicos más recientes nos dicen que, pese a que de manera temporal solucionas un problema, no estás yendo a la raíz del auténtico problema. Los actos de los niños tienen una causa primaria. Si eliminas el acto, la causa, la motivación para la mala conducta sigue ahí, y la consecuencia es que el niño, el muchacho, dejará de hacer esa mala conducta durante un tiempo (o quizás para siempre), hasta que la motivación vuelva a germinar y aparezca una nueva mala conducta en otro entorno, con otro profesor o cuando sea imposible que éste se entere de ello.

Kahneman protagonizó una situación en que mostraba por qué los castigos no eran tan maravillosos como muchos pensaban, explicando las consecuencias en base al principio de la regresión a la media.

Si una variable es extrema en su primera medición, tenderá a estar más cerca de la media en su segunda medición y, paradójicamente, si es extrema en su segunda medición, tenderá a haber estado más cerca de la media en su primera.

Un ejemplo: un jugador de fútbol tiene como promedio anotador 20 goles por temporada. Si en el primer partido de liga anota 3 goles lo más probable es que en los siguientes marque uno o ninguno para que la estadística vaya acercándose a la media del jugador a medida que pasan los partidos.
Kahneman se dedicó durante un tiempo a dar clases de psicología del entrenamiento a los instructores de vuelo de las fuerzas aéreas de Israel. Sorprendido de que los instructores insultaran a sus alumnos hasta hacerlos llorar cuando una sesión de maniobras no era lo suficientemente buena, explicó que un experimento con palomas había demostrado que la recompensa parecía ser un mejor motivador que el castigo.


Diego Ademi García 1°BachB

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