domingo, 29 de abril de 2018

La cultura del odio

Homofobia. Racismo.
Estos son tan sólo dos de los ejemplos de las muchísimas formas de odio y discriminación en las sociedades de hoy en día.
Me gustaría que, con el fin de entender mejor estos dos problemas, profundizáramos en ellos.

Empecemos por el tema de la homofobia.

Muchos califican la homosexualidad de "antinatural", argumento absurdo si tenemos en cuenta el elevadísimo número de especies animales, regidas por la cultura de lo no-humano, en el que se pueden observar comportamientos que nosotros calificaríamos de "homosexuales" (desde relaciones sexuales hasta la educación conjunta de crías).

Por otro lado, existen evidencias de que en toda la historia y en todo el mundo se han dado comportamientos homosexuales: en el Congo se producían uniones entre los guerreros mayores y los más jóvenes; entre los indígenas norteamericanos era frecuente que ciertos individuos se identificaran como "dos espíritus"; en las civilizaciones precolombinas, que aún no habían entrado en contacto con la cultura Europea, también se daban este tipo de inclinaciones. Incluso los viriles y mitificados guerreros espartanos mantenían relaciones de esta índole.

Sin embargo, a pesar de la presencia de la homosexualidad durante todo el recorrido de nuestra especie (y la evidentemente nula obstaculización que ha supuesto para la evolución y desarrollo de la misma), la actitud de la sociedad ante esta inclinación ha cambiado mucho, pasando de considerarla un vehículo de transmisión de sabiduría y afecto (como hacían en la Grecia clásica), a considerarla antinatural, enfermiza e indigna de "heredar el reino de los cielos" (1 Corintios 6:9, 10/Romanos 1:26) y tener la aversión hacia estas personas tan profundamente arraigada en nosotros que ni siquiera nos damos cuenta de que somos unos homófobos. No nos damos cuenta de que, en realidad, detrás de ese "lo respeto pero no lo comparto", "que hagan lo que quieran pero no me parece bien" o "si yo tengo amigos gays y todo" se encuentra una homofobia inconsciente producto de la nueva filosofía que ha adoptado la sociedad.

Si algo deberíamos calificar de antinatural, eso es la simple etiqueta de las orientaciones sexuales, que no entraron en vigor como rasgo definitorio de la identidad del individuo hasta el s. XIX.
Si bien es cierto que en la Edad Media, sin necesidad de la etiqueta de "homosexual", comportamientos de este carácter eran considerados pecado, aunque basándose, por supuesto, en principios religiosos y no científicos.

En 1952, el término "homosexual" fue añadido al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association, siendo retirado en 1973 por falta de respaldo científico que indicara que este comportamiento se tratara de una anormalidad.

Pero, ¿qué dice exactamente la ciencia?

Pues la ciencia conluye que la homosexualidad no se elige; no se trata de un carácter adquirido, sino que es un rasgo que se manifiesta en la gestación o en los primeros años de vida y que se trata de una cuestión multifactorial que implica tanto a genes (aunque no se ha identificado ningún tipo de "gen homosexual", sí que se han hallado ciertas relaciones entre la homosexualidad y ciertas características de la región pericentromérica del cromosoma ocho y del cromosoma X), como a hormonas.

Por tanto, todo indica a que no existe motivo para discriminar a nadie por su sexualidad, ni la historia ni la ciencia apoyan una tesis semejante.
Pero la cultura sí.
Podemos concluír, por lo tanto, que la homofobia es una cuestión cultural.

Por otra banda, el racismo.
Las razas humanas han sido siempre motivo de discriminación y odio. Según el Antiguo Testamento, los negros eran descendientes de Cam, hijo de Noé que fue maldito por Dios. Esta era la justificación que se daba a la esclavitud de la población negra en los s.XVIII y s.XIX. Claro que, igual que dijimos antes, la Biblia no es una base científica ni es un estudio fehaciente de ningún tipo.

Lo que dicen los estudios es que las zonas donde los individuos tienen la piel más oscura coincide con las zonas del planeta en las que la incidencia de la luz solar es mayor, y por tanto en las que las personas necesitan una mayor concentración de melanina en la piel para protegerse de los rayos ultravioletas del Sol pero a la vez aprovecharse de la vitamina D que proporciona. Esto indicaría que el color de tu piel depende más de la zona en la que vivas tú o tus antecesores cercanos que de la pertenencia a un grupo étnico definido. De hecho, en solo 200 años el color de piel de una población puede cambiar por completo.

No hay evidencias científicas y genéticas que nos indiquen la existencia de "razas", por lo tanto, no son un asunto científico.
Podemos concluír, de nuevo, que el racismo se trata también de una cuestión cultural.

Y entonces, la pregunta es, ¿en qué está fallando nuestra cultura para haber dado lugar a tanto odio infundado?
¿Nuestra sociedad se nutre de odio para crecer?
¿Estamos construyendo una cultura, y por tanto una sociedad, sobre el odio y la discriminación?


Daniel Couso, 1º B

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