domingo, 24 de marzo de 2019

El negocio de lo vacuno.

A día de hoy el sector cárnico se mueve por un fuerte interés económico, el aumento de
demanda provoca un aumento de producción que deriva en la utilización de técnicas poco
éticas si aplicamos un poco de empatía hacia el animal.
Concretamente en este texto me gustaría hablar sobre el negocio de las granjas de toros y
vacas de los que muchas fórmulas suenan mínimo preocupantes:
- Suministro de hormonas y antibióticos (otro tema en boca últimamente por la
aparición de las superbacterias).
- Crías y madres separados en el momento de nacer, las crías enviadas a pequeños
cubículos donde a menos espacio más rápido es el engorde y las madres dedicadas a
cubrir las necesidades de leche de la población.
- En cuanto a la hora del sacrificio, el tener que enfrentarse a la espera antes de pasar
los controles de sanidad que posibiliten el terrible final rodeadas las reses por el olor a
sangre que no puede más que aumentar sus niveles de estrés.
Que sí, que lo ecológico está de moda, que si cada vez respetamos más los derechos de los
animales con esas etiquetas que tan bonitas quedan en los anuncios hablando de bienestar
animal pero, ¿dónde está el bienestar animal en no haber podido ver la luz del sol en ningún
momento desde el nacimiento, en vivir encerrados aun cumpliendo las supuestamente
estrictas normas de espacio y salubridad?
Cuando la economía exige, lo humano pierde, y como vamos a pretender nada cuando aún
muchas de esas cabezas son criadas en nuestro país ya no con fines alimenticios si no como
fines puramente lúdicos y supuestamente culturales, las famosas corridas de toros, aunque
ese ya es otro tema.

Rubén Suárez Mosquera

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