
Los antiguos egipcios y el
mundo de los muertos
LA GUÍA EN EL MÁS ALLÁ
La muerte es una realidad angustiante, ya que la gente es
consciente de que existe y de que llegará pero, la mayoría de las veces, se
vive con la incertidumbre de cuándo
será el día en que realmente pase. Es precisamente por esa razón que a lo
largo de la vida, la muerte es percibida con una sensación muy angustiante.
Otro factor de miedo es que no se sabe qué es lo que sigue después de la
muerte; además del temor que causa pensar en dejar a todos nuestros seres
queridos, de nunca volverlos a
ver. .
La muerte es un suceso del cual se habla poco, seguramente porque nadie quiere llegar a ese momento, ya
que no se sabe si hay una vida después de esta, o simplemente te mueres y
todo se termina.
Esta incertidumbre ha motivado a la humanidad a estudiar a la muerte a
lo largo de la historia; médicamente se investiga cuál es el umbral que provoca la muerte y de igual forma, se ha tratado de obtener una
respuesta acerca de lo que pasa cuando uno se muere. Ante la duda se
habla de que hay otra vida después de esta, de que hay una reencarnación
en otra persona o, popularmente, se dice que la gente que se muere está
en el cielo y desde ahí nos observa.
Aunque en
diferentes épocas y culturas la muerte tiene significados diferentes. Por
ejemplo: para los egipcios la muerte no era más que un renacimiento, al igual
que el sol sale cada día, así el difunto accedía a un nuevo renacer. En su
obsesión por alcanzar la vida eterna, los antiguos egipcios, enterraban a sus
difuntos acompañados de una serie de fórmulas
mágicas (El Libro de los muertos)
que les permitían llegar al Más Allá. Estas fórmulas eran unas indicaciones, a
modo de guía, que les facilitaba superar una serie de peligros durante de travesía
por el Duat (inframundo), que intentarían impedir su renacimiento.
Un
egipcio moría cuando su Ka (o energía)
abandonaba su cuerpo. A partir de ahí, desposeído de su flujo vital dejaba de existir. En ese instante era cuando el Ba (alma) se dirigía al
encuentro con los dioses para la realización de su juicio.
El difunto
era llevado ante Osiris y su corazón era pesado en una balanza
frente a una pluma que representaba a Maât (la diosa de la verdad y de la
justicia. El difunto se salvaba cuando la pluma y el corazón quedaban en
equilibrio, lo que significaba que había sido bueno, por ese motivo accedía a
la vida nueva como espíritu transfigurado.
Pero esto
no es tan fácil: ¿Quién nos asegura a nosotros que hay un Más Allá después de
la muerte?, ¿Quién nos asegura un lugar en el que vivamos eternamente y seamos
inmortales?
Y si hay
un Más Allá: ¿Qué le espera a nuestra alma en la otra vida? Y lo más importante:
¿Cómo podemos estar seguros de que lo que nos espera allí no es peor que lo que
vivimos aquí?
Eva
González Tojo 1º Bach B Nº7
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