La vida nos plantea, de forma continua, problemas que debemos resolver. Puede tratarse de problemas de distinto tipo: más o menos complicados, de más o menos trascendencia...
Una clase de problemas son aquellos en los que se nos plantean 2 o más opciones, y en los que solo podemos elegir una. Por ejemplo, cuando un profesor nos hace un examen de tipo test y debemos escoger la respuesta correcta; muchas veces no estamos seguros de cual marcar.
En el caso comentado el problema tendría una trascendencia mínima, personal, pero: ¿Y si se nos planteara una problema similar pero de mucha más trascendencia? ¿Y si estuviera en juego la vida de alguien?
Para comentar este tema me voy a apoyar en uno de los experimentos mentales que planteó Julian Baggini en el libro El cerdo que quería ser jamón. Se trata del capítulo titulado Los peligros de la salud, en el que se narra la historia de un cirujano que hace trasplantes de órganos en un hospital. Hay cuatro jóvenes que necesitan un nuevo órgano urgentemente, de lo contrario morirán en muy poco tiempo; pero en el hospital ya no quedan órganos. El cirujano, desolado, ve que no hay soluciones, hasta que, de repente, se acuerda del joven y sano muchacho de la recepción, y se plantea la siguiente duda: si matar al recepcionista para donar sus órganos a los jóvenes enfermos. Si salvar cuatro vidas por el precio de una inocente.
El autor nos incita a que nos pongamos en la piel del cirujano, quien debe escoger una solución en muy poco tiempo.
Cabe destacar el término utilitarismo, que se define de la siguiente manera: acción que aporta la mayor felicidad al mayor número de personas.
Obviamente, matar a alguien va totalmente en contra de la ética y nunca puede ser contemplado como una solución; no obstante, muchas veces tenemos conflictos con nosotros mismos para determinar qué es moralmente mejor.
Alberto Pita, 1º BI
No hay comentarios:
Publicar un comentario