domingo, 1 de diciembre de 2013

Divagaciones éticas y metafísicas.

Los párrafos que se muestran a continuación no son más que divagaciones y pensamientos encadenados que no siguen ningún propósito en realidad. Atente a esto cuando lo leas, pues tan sólo son reflexiones "porque si".
 -   -   -   -  -   -
Desde hace tiempo se dice que la felicidad depende de uno mismo, de cada uno en sí, pero a veces las casualidades dan con que justo cuando tu eres feliz, otra persona no lo es, y viceversa, practicamente a la vez. Esto a veces te hace replantearte si en el mundo todos podemos ser felices al unísono, o si por el contrario, la felicidad radica en "robarsela" a otros. Es decir, para poder ser feliz yo, debo quitarle la felicidad a otro. Esto puede entenderse con que uno es feliz cuando le hace mal a los demás, pero no me refiero a eso, si no a una especie de ente inmaterial y una cantidad especifica de la sustancia denominada "felicidad", una cantidad invariable, que se reparte por el mundo de diversos modos, cambiante cada vez, y que cuando tu estás feliz es porque has "robado" de algún otro lado esa felicidad.
 -   -   -   -  -   -
Para poder ser feliz yo, debo quitarle la felicidad a otro. En que clase de mundo vivimos entonces? Esto heredamos y esto es lo que dejamos, ya no somos personas, ya no somos humanos. Somos números. Número en el dni, número de cuenta, número en una lista de espera, número en la cola del paro, número de clase... Este orden, esta clasificación, nos quita nuestra humanidad, y nos da una identidad numérica; y aceptamos esta comodidad sin ni siquiera pensar, "¿Por qué?" o "¿Para qué?". Nos hace seguir unas reglas impuestas porque sí, y condicionan nuestra vida. ¿Realmente somos libres? ¿Realmente podemos decidir nuestro futuro?  ¿Esto es evolución realmente? No lo creo. Para mí, eran más admirables las supuestas comunidades primitivas, que vivían con lo necesario sacado de la naturaleza, respetándola y conviviendo con ella, y no destruyéndola. Sin embargo, con esta "evolución" vivimos rodeados de materialismo, avaricia, capricho y envidia. Este sistema saca lo peor de la humanidad, saca a esos "carroñeros" que realmente somos, y a los "parásitos". Y aún así nadie piensa que está mal, que hay que cambiar. Como ovejas siguen las órdenes que se les da, como un rebaño, sin pensar si está bien o está mal, sin pensar para qué lo hacen, por qué lo hacen, si realmente les sirve de algo o aporta algo a la comunidad. Igual que unos simples soldados que luchan por el capricho de un político y su plan de expansión y conquista, unos soldados que como mucho piensan que lograrán ayudar al país y a sus familias, cuando ni siquiera existe una amenaza.

Pablo Vázquez 

No hay comentarios:

Publicar un comentario