En el último par de días, la imagen de un vestido de controvertido
color se ha vuelto viral. Medio mundo afirma decidido que es de color
dorado y blanco, la otra mitad que es negro y azul. Ha sido tal la
agitación causada que la imagen ha llegado a las portadas de
periódicos, revistas y páginas webs informativas varias, además de
a los informativos. Con tanto revuelo y controversia, ciertas
preguntas se me han planteado: ¿Quiénes están en lo cierto?
¿Quiénes se equivocan? ¿Por qué la dualidad de visiones? Estas
quizás sean las de más fácil respuesta, sin embargo otras muchas,
las que más atañen al contenido e intención de este blog, no
resultan tan fáciles de resolver: ¿Qué implica que un porcentaje
tan importante de población pueda estar equivocada? ¿Hasta que
punto podemos confiar en nuestros ojos? O yendo más allá, ¿son
fiables nuestros sentidos?
Vista la situación anterior, la respuesta parece ser no. Incluso lo
que vemos, oímos o tocamos puede no ser real, puede que incluso
aquello que consideramos completamente objetivo, incluso la
observación de la realidad sin juicios ni opiniones, en el que caso
de que esto fuera posible, es subjetiva. En sí misma, la información
recogida por nuestros sentidos sí es objetiva, pero desde el momento
en que esta información es trasladada a nuestro cerebro e
interpretada por él, no podemos seguir considerándola como
objetiva. Nuestros conocimientos, nuestras experiencias... influyen
en esta interpretación de la realidad, lo que la convierte en algo
diferente para cada persona.
Y esto nos plantea un dilema: ¿cómo podemos decir que sabemos algo?
¿Basta con afirmar “lo vi”, “lo oí” para saber que algo
sucedió? Y si a esta última pregunta la respuesta es no, ¿qué
implica que los testimonios de testigos sean aceptados en procesos
legales? No son pocos los casos en que un testimonio ha sido vital
para una resolución judicial, ¿y hasta qué punto eran estos
ciertos? No se trata de que dudemos de todo aquello que percibimos,
si no de que seamos conscientes de que no somos infalibles y de que a
veces es necesario que nos planteemos cómo podemos decir si sabemos,
si conocemos. Porque al igual que con el vestido, las mismas
situaciones pueden ser percibidas de forma diferente según cada
individuo. Así que, decidme, vosotros ¿de qué color lo veis?
¿No podrían llevarnos estas "taras" perceptivas a acercarnos a la idea del solipsismo? ¿Cómo podemos estar seguros de lo que vemos es compartido por todos? Esta solo es una prueba evidente que pone en manifiesto, sobre todo, nuestra condición biológica, que de alguna manera determina "grupos": los que ven el vestido azul y los que lo ven blanco. Luego están los que su retina es capaz de alternar el contraste de colores y los perciben aleatoriamente. ¿No podríamos abstraer de esto un reflejo de nuestra composición social? Deberíamos reconsiderar hasta qué punto nuestra biología nos "encierra" determinándonos, o si constituye un medio para nuestra propia socialización.
ResponderEliminarEn realidad, ese es el meollo de la cuestión, no podemos estar seguros de los que vemos es compartido por todos, ni de que no somos los famosos "cerebros metidos en una cubeta". El trimestre pasado, veíamos en clase un vídeo de una científica que afirmaba que los investigadores trabajaban dentro de lo que nuestros cerebros consideran realidad, es decir, de aquello que éramos capaces de percibir o creíamos percibir, pero ningún científico podria actualmente demostrar que la auténtica realidad, más allá de nuestras percepciones, sea como creemos que es.
EliminarResulta llamativo, respecto a otro de los temas que sacas a colación, el hecho de que se hayan creado dos grandes grupos en cuanto al color del vestido, o azul y negro o blanco y dorado, y todos se hayan incluido en uno de estos dos grupos. Me resulta extraño que no haya casi habido voces exclamando que lo veían azul y gris, o añil y gris, o plateado y amarillo... Casi como si la interpretación del color del vestido pudiera tener solo dos soluciones posibles. Quizá esto se deba a la presión social por decidir un determinado color. Lo cierto es que no solo la biología tiene un papel determinándonos, "encerrándonos" como tú decías, nos encontramos constantemente influenciados por nuestro entorno, nuestra sociedad y cultura.
De qué color vemos el vestido puede ser alterado por el factor social, como en otros muchos casos. Si todos tus compañeros te dicen que ven la prenda de color azul, irás con la predisposición de verlo de ese color. En el caso de los testimonios, la visión y la percepción no es el único factor determinante. Si nos encontramos en una situación de peligro, nuestro cuerpo actúa alterado por hormonas que modifican cómo percibimos en esa circunstancia. El estado de shock al que podemos estar sometidos en ese instante puede provocar que recordemos de forma difusa, dando lugar a un testimonio que sea posiblemente erróneo.
ResponderEliminarSi consideramos que el hecho de que nuestros compañeros o entorno social vea le vestido de un color u otro, estaríamos suponiendo que la presión de grupo nos condiciona a la hora de tomar decisiones y de ver el mundo que nos rodea. Como bien se dice en la entrada, podríamos trasladar esto al campo judicial, y pensar que la fiabilidad de un testigo en un juicio puede verse comprometida en caso de que hubiese múltiples testigos presenciando el acto delictivo. En tal caso si, por ejemplo, todos viesen x prenda de un determinado color pero el testigo mencionado anteriormente lo viese de otro, de autoconvencería de que lo que le falla es la memoria y que realmente lo había visto igual que sus compañeros.
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