domingo, 4 de noviembre de 2012

Dada la naturaleza, en parte subjetiva, de la percepción sensorial, ¿pueden llegar a ponerse de acuerdo alguna vez diferentes personas sobre lo que se percibe?

Joaquín Vila, 1ºBI

Nosotros, los seres humanos, percibimos el mundo y nos relacionamos con los demás a través de nuestros sentidos. Ellos son la puerta hacia la realidad que nos rodea. Sin ellos, no la podríamos percibir del mismo modo.
Si nos paramos a pensar en las diferencias fisiológicas e incluso anatómicas que existen entre los órganos sensoriales de diferentes animales, es difícil no acabar preguntándose cómo perciben ellos la realidad. Las moscas, por ejemplo, tienen unos ojos con un ángulo de visión de casi 360º, y los perros y gatos sólo ven en blanco y negro, con lo que su percepción del mundo no puede ser igual que la nuestra. Sin embargo, podemos decir que las personas tampoco comparten las mismas percepciones?
Las moscas tienen un ángulo de visión de casi 360º.
No necesariamente. Un caso claro es el del daltonismo. Este defecto de visión consiste en una percepción errónea de los colores, debida a una alteración genética que impide que los conos de la retina tengan los pigmentos adecuados. Es un ejemplo de percepción diferente de la realidad, que llevará a esa persona a interpretar los colores de manera diferente. Sin embargo, el hecho de ser daltónico no impide que las personas se pongan de acuerdo sobre lo que se percibe. Lo que realmente importa no es cómo percibimos la realidad, sino cómo la interpretamos.
En general, toda la información que percibimos es procesada e interpretada. Los olores o los sabores, por ejemplo, se deben a simples sustancias químicas que nuestras células identifican, pero nosotros no solo las percibimos como algo más complejo, sino que las interpretamos. Esto explica, por ejemplo, el hecho de que a personas diferentes les gusten comidas diferentes, o que un perfume que para una persona es desagradable, le guste a otra. Si la interpretación de la realidad fuese la misma, esto no podría ocurrir.
Todo esto demuestra que somos nosotros los que, de algún modo, construimos mentalmente nuestra propia interpretación realidad, e incluso trabajamos por mejorarla. Sin embargo, el hecho de que percibamos e interpretemos la realidad de manera diferente, no conlleva que la realidad que vivimos sea diferente. Un ejemplo que permite demostrar esta afirmación es la poesía. Cuando personas diferentes un poema, este les provoca sensaciones diferentes, aunque la composición poética sea la misma; con la realidad ocurre algo parecido.
En mi opinión, la percepción sensorial de las personas sí puede tener componentes subjetivos, pero no lo suficientemente considerables como para modificar nuestra percepción de la realidad. Por el contrario, la interpretación de la información sí los tiene en mayor medida, ya que varía de unas personas a otras, y es esto lo que puede llevar a las personas a discrepar acerca de la realidad. Además, a la hora de interpretar la realidad que percibimos, las emociones juegan un papel importante, y pueden hacer que personas diferentes no se pongan de acuerdo acerca de lo que perciben.

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