miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿En qué medida nos dan nuestros sentidos un conocimiento del mundo tal como es verdaderamente?



Los sentidos son una parte esencial del organismo humano. Forman parte del sistema nervioso periférico y son los encargados de capturar los estímulos del interior para después hacer que esa información, convertida en impulsos nerviosos, llegue hasta nuestro cerebro y pueda ser procesada. Pero… ¿nos podemos fiar completamente de esa información?
Para empezar, considero importante distinguir dos aspectos diferentes a la hora de abordar esta cuestión. En primer lugar se encuentra la información que captan nuestros sentidos, y en segundo lugar está lo que nuestro cerebro hace con esa información. En cuanto a lo que es captado por cada uno de nuestros sentidos, opino que es una información mayoritariamente fiable y fidedigna. Por otra parte, lo que nos puede hacer alejarnos de la verdadera realidad es cómo interpreta nuestro cerebro la información. En esta etapa de interpretación de la información es cuando intervienen las emociones, los principios y convicciones, la presión grupal y todo tipo de aspectos que de alguna manera condicionan esa percepción inicial y hacen que la tergiversemos para que esté de alguna forma de acuerdo con lo que nuestro cerebro considera importante o necesario.
Como ejemplo, se debería citar el caso de las Leyes de la Gestalt. En todas ellas se encuentran pruebas de que el cerebro tiende a adaptar de diferentes maneras los estímulos que percibe sin que nos demos cuenta. Otro ejemplo sería la percepción del arte, de la pintura, de la música o de la poesía, entre otras, ya que el percibirlas nos puede evocar una determinada sensación o vivencia que el cerebro asocia a una determinada característica de lo que percibimos.
Como contraejemplo, me parece adecuado mencionar que existe una mayor facilidad a la hora de detectar deficiencias en la forma en la que percibimos los sentidos que en la forma en la que los interpretamos; es decir, cuando una persona sufre una deficiencia visual es relativamente sencillo que esta persona se dé cuenta, mientras que es más difícil que una persona acepte que, por ejemplo, una determinada canción no le puede hacer llorar. Esto se debe a que, en la información percibida, sólo entra en juego lo estrictamente objetivo, se perciba como se perciba; mientras que en la información interpretada entra en juego el componente subjetivo de la conciencia humana, por lo que como resultado obtenemos una información adaptada a nosotros, cosa que puede discernir de la verdadera realidad.
Como conclusión, existen dos etapas complementarias que configuran nuestra percepción: la captación de un estímulo por parte de los sentidos, casi siempre fiable y objetiva, y la interpretación de ese estímulo por nuestro cerebro, que adapta esa información percibida inicialmente a diversos matices que van en consonancia con nuestra identidad y nuestros principios. El conjunto de estas dos etapas es lo que llamamos percepción, que muchas veces no es completamente fiel a la realidad y contiene discrepancias fruto de la acción de nuestro cerebro, y no tanto de nuestros sentidos.

1 comentario:

  1. Efectivamente, para entendernos, podemos mencionar esas dos etapas a las que tú aludes al referirte a la doble dimensión física y psicológica de la percepción; sin embargo, desde la perspectiva filosófica, no podemos dejar de poner en cuestión el concepto de realidad objetiva al margen de un sujeto cognoscente. Para no cargar tanto las tintas en la Filosofía, te recuerdo la perspectiva de un neuropsicólogo y especialista en neurobiología: Ignacio Morgado, quien en la entrevista citada en este blog (ver -VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2012)- respondía así a la siguiente pregunta:
    ¿Cómo percibimos el mundo? Diciendo que: ” Las percepciones son una creación del cerebro y de la mente humana”. De lo que infiere que “lo que percibimos no necesariamente coincide con lo que pueda haber fuera de nosotros, que no es más que materia y energía. Las percepciones no existen fuera de nuestra mente. Dicho de otro modo: el cerebro es el que ve, oye, siente… Fuera de nosotros no hay luz, gusto, tacto…” Continuará…

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