Todas las percepciones están condicionadas.
Además
nuestras emociones condicionan también las interpretaciones de lo que percibimos.
Así, un día podemos considerar que una persona posee unos rasgos bellos. Tras
conocer a esa persona, seguiremos respondiendo
al mismo estímulo, a los mismos rasgos,
pero quizá los distorsionaremos y obviaremos los que en un momento apreciamos,
percibiendo tan solo los defectos.
Las
percepciones son intransferibles.
Una persona
puede estar completamente segura de que ha visto un ovni, podemos interpretar
que ha podido llegar a recibir falsas
percepciones creadas por su mente pero quizá no, quizá sean percepciones reales
y los que estemos condicionados seamos el resto del mundo. ¿Cómo demostrar quién
tiene razón? Podríamos aludir, al número de personas, si somos 7 millones y
solo una lo ve, esa persona está
equivocada. Pero, ¿realmente es esto un argumento? Mi respuesta es no. Es imposible percibir lo que otras personas
perciben, nuestros sentidos, lo que vemos, lo que oímos, lo que saboreamos es
intransferible y por mucho que nos esforcemos en describirlo, las sensaciones o
comparaciones a las que nos refiramos serán también propias. Nadie puede
asegurar, que lo que a ti te sabe dulce a mi me sabe salado, si ambos hemos asimilado que lo que realmente hemos saboreado es ácido. Y nadie
puede demostrar que estamos equivocados, porque no existe una percepción
imparcial.
Otro ejemplo,
los colores, en este caso sí podríamos
aludir a un hecho imparcial, según la
frecuencia de su onda podremos relacionarlo con un color. Establezcamos
entonces que una frecuencia X se
corresponde al color púrpura. Pero ¿qué es realmente el color púrpura? Para una
persona el púrpura puede ser lo que otra persona percibe como rojo, pero ha asimilado que ese rojo se
llama púrpura y cada vez que lo vea pensará en que es púrpura, no rojo, por lo tanto esa frecuencia se corresponderá
al rojo de otra persona, pero se interpretará como púrpura.
El ser
humano tan sólo percibe una mínima parte de todo lo que lo rodea.
Nuestra
vista tan solo es capaz de percibir las
ondas con frecuencias comprendidas entre
10-6 y 10-7 por lo
tanto no puede percibir ni la luz ultravioleta ni las ondas de radio ni los
rayos gamma ni nada que sobrepase o no supere esa frecuencia, dejándonos a “ciegas” de la gran mayoría de
ondas. Y no solo eso, el tamaño mínimo que podemos apreciar es la décima parte
de un milímetro y no podemos observar por tanto, de que está formada la materia
ni nosotros mismos, sin la ayuda de un microscopio.
Nuestro oído
tampoco es capaz de percibir todos los sonidos, tan solo escucha los sonidos
que se encuentren entre los 0 y 120
decibelios y varía mucho según la edad, la genética…
Nuestro
olfato tampoco está muy desarrollado si lo comparamos con el de otros animales
como el perro, el lobo o el cóndor que es capaz de oler el cadáver de un animal
cuando está en pleno vuelo.
Nuestro
gusto y sensibilidad, tampoco poseen ninguna característica especial, al
compararla con la de otros mamíferos. Además la aportación que nos dan sobre la realidad es
limitada.
En
conclusión si lo que percibimos viene condicionado
por nuestra experiencia vital y estas percepciones no se pueden comparar con
nada, si la información que nos llega es limitada, si nunca podremos saber como es realmente nuestro mundo… nuestra realidad no es real. Nuestra realidad es el convenio al
que los humanos hemos llegado al poner en común todas nuestras percepciones,
siendo todo lo que percibimos, potencialmente falso.
Noa Rodríguez Méndez
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