Al hablar existen varios registros diferentes dentro de una
misma lengua, para adaptarla al momento social en el que nos encontramos.
Cuando hablamos con gente de nuestra misma condición y que nos es conocida
utilizamos el registro informal, mientras que si nos estamos comunicando con
alguien de mayor estatus, tanto social como económico, o a con una persona de mayor, o en una ámbito
profesional, utilizamos el registro formal. Ese es un hecho que está tan
inculcado en las personas (ya que pertenece a nuestra cultura) y que su origen
se remonta hace tantísimo tiempo, que no nos paramos a pensar el por qué.
En
primer lugar, el uso del registro formal implica una muestra de respeto hacia
la persona a la que te estés dirigiendo, ya sea porque es más sabia
(refiriéndome tanto a la sabiduría que da la experiencia, como a su capacidad intelectual)
o por el poder que puede ejercer en ti (ya sea por la importancia que tiene en
la sociedad, pudiendo crear una demoledora presión de grupo, o por un mayor
poder en el ámbito laboral).
En
segundo lugar, el uso del registro informal implica un acercamiento con la
persona que hablamos o una igualdad de condiciones, y más aún cuanto más joven
se es. Es el registro que más se utiliza, sobre todo en el ámbito familiar; hecho que puede variar
de una cultura a otra, ya que a los padres se les puede tratar con un registro
formal, indicando respeto, pero a la vez distanciamiento.
Pero
también cabe destacar que la situación en la que se encuentre la persona
influye en la seguridad y en el cultismo de las palabras que se emplean al
hablar; de esta forma si dicha persona se encuentra en clara desventaja frente
a otra de la cual espera obtener algún favor utilizará una variedad de la lengua que
exprese su sumisión y respeto. Esto se da generalmente a la hora de pedir
consejo o ayuda.
Sin
embrago, por otra parte, si la persona se encuentra en un estado de
superioridad frente a otra utilizará una variedad de la lengua que exprese su
autoridad y dominio sobre lo tratado. Este caso se da en algunos profesores, a
la hora de dar clase.
Por
último, una persona, por lo general, le da más importancia a los documentos
escritos que a las palabras, ya que, normalmente los documentos oficiales, y por
supuesto los legales, se tratan sobre papel, dándoles así a los salvoconductos excesiva
importancia; aunque, por otra parte, “las palabras se las lleva el aire” como
muy bien dice el refrán.
Ángela Sánchez Vázquez, 1º B.I.
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