miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Quiénes administran los bancos mundiales de la ira?

Peter Sloterdijk en Compostela.


Ira y tiempo es el título del ensayo premiado este año en el Premio Spinoza del Ies. Rosalía de Castro.

 Su autor Peter Sloterdijk acudirá a nuestro centro, el próximo día 30 de octubre,  a recoger el galardón que le ha sido otorgado por un jurado de estudiantes, motivo por el cual esperamos ansiosos poder conocer a un pensador de su talla  (mide cerca de dos metros) y su valía intelectual (está considerado, en la actualidad, como uno de los pensadores vivos más influyentes en el pensamiento contemporáneo).

 Con una gran cultura filosófica y un estilo para muchos provocador, Sloterdijk se enfrenta a los problemas de nuestro tiempo con una actitud socrática, mediante el rechazo de las opiniones que otros sustentan con el propósito de pensarlas uno mismo. El resultado de este ejercicio crítico de pensamiento (que no deja de molestar a algunos e incomodar a muchos) llega a nosotros en forma de escritos, entrevistas, polémicas y otras narrativas como el ensayo al que hoy nos referimos.

  En Ira y tiempo comienza recordándonos el peso que la energía thimótica ha tenido en la antigüedad.  El thymos es esa parte de la naturaleza humana en donde anidan las emociones relacionadas con el orgullo, la dignidad y el valor de sí mismo. En la mitología antigua, las energías thimóticas fueron cantadas por rapsodas como Homero para ensalzar los actos en la batalla de los héroes. En el verso introductorio de La Ilíada -considerada como el inicio de la tradición europea-, aparece la palabra “ira”, descrita como causante del dolor de los aqueos, que ciega al héroe Aquiles con una cólera incontrolable y lo conduce a la muerte. Esta epopeya cantada generación tras generación, ha educado a los hombres en el valor de la energía timótica.

  Posteriormente en el inicio de la filosofía, las enseñanzas de Platón, que se oponen a las enseñanza de los poetas, promoverán un pensamiento que encamina su búsqueda de la Verdad, la Belleza y la Justicia lejos de estos impulsos thimóticos. Posteriormente Aristóteles buscará el punto medio necesario que permita civilizarlo; y por último, la escuela estoica, se afanará en anularlo al considerar, dichos impulsos y emociones, fuente de toda infelicidad en el ser humano. Estos intentos filosóficos de civilizar dicha ira o thymos, nos han proporcionado un camino de conocimiento marcado por la prudencia, el valor y la templanza; aunque la ira no ha dejado de estar presente en los actos más terribles contra la humanidad. Sigue ahí de alguna manera pues, todos los intentos apaciguadores de nuestra sociedad capitalista que se mueve por medio de energías más eróticas que thimóticas -basadas en los deseos siempre insatisfechos y el afecto del querer tener-, no ha conseguido apartarlo de la naturaleza humana. Ello podría ayudar a comprender el lado oscuro de nuestra historia contemporánea que tiene su acontecimiento singular en el Holocausto.

   Al menos eso parece desprenderse de la intencionalidad de esta obra fascinante que nos lleva a reconsiderar críticamente la insatisfacción que producen nuestras democracias liberales en las que sus ciudadanos, pese a tener reconocidos sus derechos, no dejan de envidiar aquellos bienes objeto de deseo que, por su escasez, no pueden ser universalizados, y que divide y amplía cada vez más la brecha entre el mundo  de los ganadores y los perdedores, generando así bancos de energía timótica.

  La ira constituye una fuerza movilizadora en la lucha por el reconocimiento, cocida en el horno del resentimiento, en donde como dice el autor "el hombre se convierte en el animal surreal que arriesga la vida por un trapo de colores, una bandera o un cáliz”. De esta manera Sloterdijk se apresta a explicar de qué manera, primero el cristianismo, y posteriormente el comunismo y el fascismo nacionalista después, se constituyeron en los principales "bancos de ira" de la historia.

¿Pero qué pasa en nuestra sociedad post-thimótica? ¿Dónde podrá el ser humano moderno dar salida a su ira?

  Mientras exista la promesa del consumo, mientras reine el deseo de querer tener, la confianza en la seguridad de un mundo más o menos predecible. Mientras que los marginados del sistema conserven la ilusión de poder participar en la mesa -aunque sea al final del festín del bienestar-; mientras los mass media sigan seleccionando que es lo noticiable, y el futbol siga siendo un elemento de distracción; mientras el sistema siga canalizando convenientemente las energías thimóticas en protestas y huelgas inútiles, habremos alejado el miedo a morir sin reconocimiento o al menos sin aburrimiento.

No le perdáis la pista a este pensador que conoce bien su oficio.

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