En mi opinión cada persona debe defender, de entrada, sus
propias ideas y pensamientos, siempre que esté seguro de ellos. Sin embargo, tenemos
la suerte de que nunca estaremos todos de acuerdo, siempre habrá alguien que
rechace o vea nuestras ideas desde otro punto de vista. Digo tendremos la
suerte porque así podrá mejorar nuestra forma de ver las cosas. Ahí es cuando
entra en juego el saber diferenciar los argumentos y las razones que te den.
Por supuesto, siempre hay que tener respeto hacia las ideas
de los demás, y por ello debemos escucharlas, ya que, como mínimo, si son
buenas razones, éstas nos harán reflexionar sobre quién está en lo cierto. Si nos
acaban convenciendo, creo que está bien aceptarlo, ya que al fin y al cabo, es
un avance para uno estar ahora en lo que cree cierto.
Lo que quiero decir es que debemos ser flexibles, estar
abiertos a cosas que probablemente, en un principio, rechazaríamos sin pensarlo.
Siempre debemos analizar y reflexionar, hasta estar tan convencidos de nuestras
ideas, que las podamos defender de nuevo.
Aun así, tampoco debemos dejarnos persuadir a las primeras
de cambio. Nuestro objetivo tiene que ser alcanzar un punto medio entre los dos
límites: el de ceñirse a un solo razonamiento y el de ser fácilmente manipulables.
Y es que está demostrado que los humanos somos seres realmente manipulables. Estamos
expuestos a ello en múltiples facetas de la vida: en la educación, la propaganda,
los medios de comunicación…, incluso en creencias como la religión, ya que
acabamos observando que son el telón de fondo de casi todas las guerras a lo
largo de la historia.
ALBERTO PITA VIDAL, BI Letras
Es conveniente poner ejemplos y contraejemplos para ilustrar las ideas. ¿Qué significa alcanzar un punto medio entre dos límites? Quizás entre una posición dogmática y otra irracional hay un término medio razonable. Por eso ¿Qué significa que un argumento es razonable?
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