Publicado
en el Blog de Valentín Carrera.
(22 de febrero de 2014)
Él había llegado a Moscú con seis años, en 1937, en
pantalones cortos, vomitando por la borda de un carguero desde Gijón a Londres,
y luego en el buque Kooperatsia hasta Leningrado, tiritando y asustado, con sus cuatro
hermanos y otros mil cien niños y niñas apartados de sus familias por la
guerra.
Ella le esperaba creciendo feliz, guapa y sana en la
dacha campesina de Voscresenk, a orillas del río Moskva, en cuyas orillas
espejean los abedules, y su boca de fruta soñaba con el país de las naranjas,
sin saberlo.
Emilio creció
en la Casa nº 1 de Pravda, estudió con provecho, aprendió ruso, viajó
a Crimea, Saratov, Ucrania, y se hizo un joven apuesto e industrioso.
También Nina creció,
dejó la ribera de abedules, bajo cuyas raíces yacen los patriarcas, y en Moscú
un día supo que las manzanas de oro que había soñado existían de verdad, pero
venían desde muy lejos, y eran caras y escasas.
Como el destino ya había hecho sus planes, las
coordenadas vitales del nieto de emigrantes ferrolanos y la hija de campesinos
rusos se cruzaron una tarde de 1950 en la intersección latitud 55° 45′N, longitud, 37° 37′ E, en el punto exacto donde la primera mirada sabe que
es para siempre.
Dos años después, Emilio y Nina se casaron y su
banquete de boda fue un bocadillo, sentados en un parque de abedules. Bajo la
lluvia, ella le confió que le gustaban las naranjas, él le prometió que tendría
naranjas y cariño toda su vida, y cumplió su promesa hasta el final. Sus ojos
decían la verdad: el galán de bigotito y la chica de largas trenzas han
compartido 64 años, hasta el último aliento.
Ayer Nina regresó a la tierra; galán enamorado a su
cabecera hasta el último minuto, Emilio. Ella se había despedido de sus hijos y
nietos, entre ellos, mi amigo ruso-berciano, André, para
quien hoy escribo. Se fue al lugar escogido, “¿qué te parece, Emilio, esta
sombra de abedules para siempre?”. Al ir poniendo a su alrededor ramos de
flores, como era su gusto, un avión sobrevoló respetuoso el cementerio de
Liáns: me pareció que a bordo la mirada de Nina regresaba a Voscresenk, al
punto exacto latitud Emilio Gómez, longitud Nina Gálkina, donde el amor es
certeza.
In
memoriam Nina Gálkina Gálkina, casada con un niño de la guerra,
fallecida en A Coruña el 4 de febrero de 2014.
Más
sobre la historia de Nina y Emilio:
La Opinión: Nina, ¿quieres comer naranjas a diario?
La Opinión: El gobierno ayuda a niños de la guerra
La Opinión: El gobierno ayuda a niños de la guerra
Gracias amigo mío.
Elena Gómez Gálkina
Historias asi de bonitas son dignas de conservar en la memoria y transmiten mucha ternura. DEP.
ResponderEliminarEs, en verdad, una historia muy, muy bonita...
ResponderEliminarUn pasado digno de ser recordado para que sirva como ejemplo a las generaciones venideras
ResponderEliminarEste artículo ademaia da súa obxectiva beleza servenos para decatarnos de varias cuestións que marcan a nosa vida. A primeira que a min me ven á mente é poder facer unha crítica interior da prensa que hoxe baña a nosa vida, podéndonos decatar de que o que hoxe nos ofrecen tan so son números, e que fai falla un pouco de prensa "interesante", do que a unha sociedade marcada pola historia aprecia, e non o que os políticos cren que nos interesa.
ResponderEliminarO segundo punto e que non hai que viaxar a importantes bibliotecas para recoller un pouco de humanidade histórica, xa que nos marcamos a historia, e con tal de ir uns poucos anos atras chega para recibir unha extensa e completa clase de historia que marca as nosas vidas.
Unha noticia así sempre é tráxica, mais grazas a periodistas como son debidos fan sentirnos mais orgullosos do que xa podemos estar do noso pasado.
Un agarimo moi forte á familia. E grazas a Valentín Carrera por achegarnos un pouco de cultura xeral e historia do noso estado.
Pablo Queiruga Castro.
Esta es una dura pero enternecedora historia, reflejo de un pasado que por siempre será recordado.
ResponderEliminarUn muy fuerte abrazo a toda la familia, en especial a nuestra profesora y a nuestro compañero.
Una historia increíble y digna de compartir con los demás.
ResponderEliminarUn especial saludo para toda la familia
Unha historia verdadeiramente bonita que non rematou, aqueles que a coñeceron manterana viva e farán que os demáis tamén a disfruten. Grazas por compartila e moito ánimo a aqueles todos que sentiron esta perda.
ResponderEliminarUna preciosa y conmovedora historia de la cual debería servir como ejemplo, gracias por compartirla con todos nosotros.
ResponderEliminarMucho ánimo y mucha fuerza para la familia y demás personas afectadas por esta perdida.