miércoles, 26 de marzo de 2014

El mundo de los secretos.

Fuente de las fotografías: PostSecret
"Preferiría estar muerta que gorda."

"Con 26 años de edad y oficialmente ya no soy una «nunca besada»."

"Trabajo en una organización caritativa sin ánimo de lucro y gano 150.000 al año."

"Finjo ser una chica en internet."
Hoy quería tratar un tema que me ha llamado profundamente la atención y me gustaría compartir. Se trata del proyecto de un hombre llamado Frank Warren, iniciado ya hace varios años. Este hombre se propuso coleccionar secretos de otras personas. Para ello, creó postales con su dirección ya escrita en las que invitaba a cualquier persona a enviarle algún secreto suyo de forma anónima. El proyecto se volvió muy popular, y pronto Frank comenzó a recibir postales personalizadas de todo el mundo, en el que todo tipo de personas le confesaban sus más sórdidos o extraños secretos. Esto derivó en una página web, PostSecret, en la que Frank publica semanalmente los secretos más curiosos o sorprendentes de los que recibe a diario.
En estas postales no solo podemos comprobar la asombrosa creatividad de muchos, sino algo mucho más llamativo: todos aquellos secretos que nos aterrorizaría que las personas que nos rodean supiesen, pero al mismo tiempo, necesitamos contar. Esto nos lleva a una curiosa cuestión: ¿cuál es la importancia de los secretos en el ser humano?
Todos guardamos para nosotros mismos, en mayor o menor medida, algunos secretos o pensamientos que jamás nos atreveríamos a compartir con los que nos rodean. En el caso de que alguien los publicara contra nuestra voluntad, lo consideraríamos un atentado contra nuestra intimidad. La intimidad es un concepto arbitrario (hay diferentes opiniones y percepciones de lo que supone un ataque a la intimidad), pero aún así, es algo que debemos tener en cuenta. Y nace precisamente de que la sociedad, en algún punto, ha convertido ciertos pensamientos o actitudes en algo de lo que avergonzarse o algo que temer, y, curiosamente, la sensación que más puede sorprendernos en cuanto leemos estas tarjetas es el sentirse identificado. ¿Por qué, entonces, ya que muchos de los secretos que guardamos probablemente sean compartidos por millones de personas, no somos capaces de decirlos en alto? ¿Por qué es el anonimato lo que justifica el éxito del proyecto de Frank Warren? ¿Por qué la sociedad (formada por nosotros mismos) nos empuja a esconder al mundo esa parte de nosotros?
Para finalizar, quería dejar en el aire una cuestión: en el caso de que no hubiera prejuicios ni opiniones, y de que estuviéramos seguros de que a nadie le va a importar esa manía tan extraña o ese pensamiento tan oscuro, ¿seguiría existiendo el concepto de intimidad?

Malva Freire Regueira, 1ºBI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario